sábado, 30 de enero de 2021

¿Cuándo se convertirá la COVID-19 en un simple resfriado?

 El análisis de varios coronavirus humanos sugiere que el SARS-CoV-2 acabará volviéndose endémico y ocasionará tan solo resfriados benignos




os ciudadanos, los médicos y las autoridades están muy preocupados, y con razón, por la evolución de la epidemia de COVID-19 durante las próximas semanas, sobre todo después de la aparición de variantes más contagiosas. Esta incertidumbre no nos impide plantearnos lo que pasará en un futuro más lejano. ¿Nos desharemos algún día del SARS-CoV-2 o tendremos que convivir con él? En este último caso, ¿qué riesgo entrañará para la población? Rustom Antia y sus colaboradores de la Universidad Emory, en Atlanta, han intentado darle una respuesta. Según sus modelizaciones, la infección del nuevo coronavirus se acabaría pareciendo a un simple resfriado. 

Para llegar a esa conclusión, el equipo se basa en los parámetros epidemiológicos del SARS-CoV-2 y de otros seis coronavirus que infectan a los humanos: cuatro benignos (229E, NL63, OC43 y KHU1) que ya solo provocan resfriados, y otros dos (el SARS-CoV y el MERS-CoV) responsables de las pandemias de neumopatías de 2002 y 2012. La hipótesis central del estudio es que todos ellos desencadenan reacciones inmunitarias similares, aunque cueste creerlo a la vista del balance de la COVID-19 actual (la explicación es que el nuevo coronavirus está afectando a una población «virgen», es decir, a individuos cuyo sistema inmunitario jamás se ha enfrentado al agente infeccioso y, por lo tanto, son más vulnerables).

Sobre la base de la eficacia inmunitaria (IE, de immune efficacy), emplearon tres parámetros (IES, IEy IEI) para definir la protección alcanzada contra un coronavirus. Así pues, la inmunidad puede detener la replicación del patógeno y, por lo tanto, impedir la reinfección (IES), puede «solamente» atenuar la enfermedad en caso de reinfección (IRP), o incluso puede reducir la capacidad de transmisión (IEI). En un mismo individuo, estos tres parámetros (que dependen de actores diferentes del sistema inmunitario) disminuyen con el tiempo, pero cada uno lo hace a su propio ritmo, por ejemplo, en función de la frecuencia de las reinfecciones.


En un análisis de los datos disponibles sobre los anticuerpos contra los coronavirus benignos en niños y adultos se ha medido la variación de los tres parámetros. Los resultados han revelado sobre todo que la inmunidad que bloquea la infección (IES) disminuye con rapidez, mientras que duran mucho más las inmunidades reductoras de la enfermedad (IEP e IEI). Otro resultado es que la primoinfección por uno de los cuatro coronavirus benignos sobreviene entre los 3,4 y los 5,1 años; a los 15 años, todos se habrán infectado.

Gracias a toda esta información, los autores muestran que la peligrosidad del virus irá disminuyendo sin llegar a desaparecer, al igual que ocurrió con la evolución de los cuatro coronavirus benignos (ello no afecta al SARS-CoV ni al MERS-CoV, porque no se han propagado lo suficiente). Recordemos que se sospecha que el OC43 produjo 1 millón de muertos durante la pandemia de 1890. El elemento clave de este escenario es que la infección infantil no reviste gravedad: en el futuro, cuando se convierta en una endemia, solo los niños, que suelen desarrollar las formas leves de la enfermedad, se verían afectados por el SARS-CoV-2, porque de mayores ya estarían protegidos (y cada vez más con cada reinfección).

Sin una vacuna, y al enorme precio de muertes y enfermedades graves, esta situación se alcanzaría de aquí a unos cuantos años o décadas en función de la velocidad de propagación del coronavirus (y de las variantes que aparezcan), así como de la duración de la respuesta inmunitaria desarrollada en su contra, que todavía se conoce mal por ser un virus de reciente aparición. Las vacunas (restringidas a los adultos) reducirían este plazo a un año, o tan solo seis meses. Los autores advierten de que sus conclusiones serían muy diferentes con un patógeno que provocase una enfermedad grave en los jóvenes. Como no es el caso, los padres deberán acostumbrarse a una nueva coletilla, cuando salgan sus hijos: «Ponte la bufanda, que si no cogerás la COVID-19». 

Loïc Mangin 

Referencia: «Immunological characteristics govern the transition of COVID-19 to endemicity». Jennie S. Lavine en Science, eabe6522, enero de 2021. 

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