viernes, 29 de diciembre de 2017

Las terapias alternativas no son inocuas: abandonar la medicina dispara hasta cinco veces el riesgo de muerte

Hemos de ser honestos: no es sencillo medir los riesgos de las terapias alternativas. Eso ha sido un problema serio que se evidenciaba en nuestras dificultades para responder la inocente y sencilla pregunta de que "¿Qué mal pueden hacer?".
"Mucho" era la respuesta y lo intuíamos, pero hasta ahora no podíamos demostrarlo. Los pacientes no siempre cuentan que han abandonado los tratamientos y si lo hacen, no siempre quieren facilitar los datos para estudiarlos. Un estudio que acaba de salir trata de poner los puntos sobre las íes y, aunque aún hemos de ser prudentes, hacía falta que alguien los pusiera.

Datos que confirman nuestros peores temores

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Un equipo de Yale se ha sumergido en las profundidades de las bases de datos estadounidenses sobre el cáncer para cuantificar el riesgo real que se oculta tras de esas terapias sin aval científico.
Los resultados son cristalinos y muy preocupantes: aquellos que abandonaron o retrasaron el tratamiento convencional para usar otros tratamientos alternativos tuvieron un riesgo mucho mayor de morir en los siguientes cincos años que los que no.
Las cifras varían según el tipo de cáncer, pero más por la dinámica propia de cada uno que por la eficacia de los tratamientos alternativos. Las pacientes con cáncer de mama tenían 5,7 veces más probabilidad de morir en los siguientes cinco años. Los pacientes de cáncer colorrectal tenían 4,6 veces.
Usar tratamientos alternativos aumenta el riesgo de morir en los siguientes cincos años hasta casi seis veces mayor
Hay casos especiales. Por un lado, en los pacientes con cáncer de pulmón la tasa de mortalidad en cinco años solo se duplicó. Esto se debe, probablemente, a que este tipo de cánceres son muy agresivos e incluso con los mejores tratamientos las tasas de supervivencia son bajas.
En el otro tenemos al cáncer de próstata, el único cáncer que no se vio afectado por la escasa eficacia de las terapias alternativas. Encaja con nuestro conocimiento de la enfermedad: se trata de un cáncer de progresión muy lenta y una supervivencia media en estadíos precoces de más de 10 años.
El equipo de investigadores, coordinados por Skyler Johnson, profesor de radiología terapéutica de Yale, estudiaron estos cuatro tipos de cáncer porque fueron los más prevalentes entre 2004 y 2013. Examinaron con detalle las historias clínicas para determinar patrones raros y la aparición de códigos de tratamientos alternativos.

Aún es pronto para sacar conclusiones

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Es importante señalar que, aunque fueron bastante cuidadosos en la selección de pacientes, es un estudio pequeño (solo 280 pacientes tratados con terapias alternativas de un total de 840) y que tiene muchas limitaciones metodológicas. No obstante, aporta suficientes indicios como para ofrecer una visión de conjunto sobre los problemas que acarrean este tipo de timos sanitarios.
Y, lo que es más importante y por lo que creo que es realmente más interesante, este estudio plantea negro sobre blanco la importancia de investigar este tema. Estudios observacionales como este solo sirven para comenzar a explorar el problema.
Sobre todo, porque algunas conclusiones son muy alarmantes: el perfil de paciente que se pasa a tratamientos alternativos es mujer, de mediana edad, nivel socioeducativo alto y pocas complicaciones de salud. Un colectivo especialmente proclive a sufrir cáncer de mama que, como vemos, es especialmente sensible a la ausencia de tratamiento. Aquí hay algunos temas cruciales que la medicina debe resolver urgentemente.

jueves, 28 de diciembre de 2017

El peligro de abandonar la medicina convencional por terapias alternativas

Las terapias alternativas y complementarias incluyen una gran variedad de prácticas, tales como la acupuntura, la reflexología, la homeopatía o las flores de Bach, que se publicitan como supuestos tratamientos contra un gran abanico de enfermedades. Sin embargo, en el caso de que sustituyamos la medicina convencional por una de estas pseudoterapias, nuestro estado de salud se agravará y tendremos muchas más posibilidades de morir.
Un reciente estudio publicado en Journal of the National Cancer Institute advierte de los peligros que encierra el hecho de elegir una terapia alternativa en lugar del tratamiento convencional (quimioterapia, radioterapia, cirugía o terapia hormonal) para tratar el cáncer. Según sus resultados, aquellos pacientes que sufran un tumor maligno presentan una peor supervivencia a los cinco años si optan por las pseudoterapias.
El peligro de abandonar la medicina convencional por terapias alternativas
La investigación, realizada por la Facultad de Medicina de la Universidad de Yale (Estados Unidos), analizó un total de 840 individuos, de los que 280 habían optado por las pseudoterapias tras la detección del cáncer y 560 habían seguido las indicaciones médicas. El trabajo comparó cuántos pacientes habían sobrevivido a los cinco años de haber sido diagnosticados de la enfermedad en función de si habían elegido una terapia alternativa o los tratamientos de la medicina convencional. Los resultados son una prueba de algo que ya sabíamos o intuíamos: recibir una pseudoterapia en lugar del tratamiento oncológico avalado por la evidencia científica no es una buena idea.
Según el artículo, el riesgo es especialmente significativo en los casos de cáncer de mama, de pulmón y colorrectal, pero no en los de próstata, probablemente por el carácter más 'benigno' de estos tumores. En el caso de los tumores de mama, la posibilidad de haber fallecido era cinco veces mayor, mientras que en el cáncer colorrectal era cuatro veces superior y en los tumores pulmonares, el doble. Los autores del trabajo, no obstante, advierten de que sus resultados presentan limitaciones al tratarse de un estudio observacional, en el que podría haber cierto sesgo de selección y en el que podrían no haber contado con pacientes que hubieran recibido terapias con base científica en otros centros.
Los resultados apoyan la evidencia científica disponible hasta la fecha. En 2004, dos investigadores del Centro del Cáncer Memorial Sloan-Kettering afirmaron en un trabajopublicado en The Oncologist que las terapias alternativas "no habían sido probadas" y que "pueden ser dañinas". En términos similares se expresaba recientemente la Fundación para la Investigación del Cáncer de Reino Unido, cuando señalaba que "no había evidencia científica ni médica que mostrase que las terapias alternativas pudieran curar el cáncer".
Mientras las pseudoterapias se empleen de forma complementaria, su uso puede ayudar como efecto placebo, pero en ningún caso servirá si optamos por ellas como terapias alternativas, es decir, como sustitutas en lugar de por los tratamientos médicos que sí tienen base científica. Porque, parafraseando al músico y humorista Tim Minchin, "la medicina alternativa que ha demostrado funcionar se llama medicina".


miércoles, 27 de diciembre de 2017

Logran, por primera vez, que el tiempo fluya hacia atrás



En nuestra experiencia cotidiana el tiempo transcurre, siempre, en una única dirección, esto es, desde el presente hacia el futuro. La materia envejece y se corrompe, los niños crecen, los adultos se hacen viejos y a nadie se le ocurriría quedar con un amigo "hace tres horas".
Sin embargo, y desde hace décadas, los científicos se preguntan si el Universo "debe" por fuerza avanzar y desarrollarse en esa única dirección. ¿Por qué no al revés? Sobre todo teniendo en cuenta que, en el mundo de las partículas subatómicas, esas de las que todo y todos estamos hechos, las leyes de la Física son simétricas con respecto al tiempo. O lo que es lo mismo, funcionan igual con independencia de que el tiempo transcurra hacia delante o hacia atrás. Es al pasar al nivel macroscópico cuando todo parece "elegir" moverse únicamente hacia el futuro. El físico Arthur Eddington bautizó esta situación, a principios del siglo pasado, como «la flecha del tiempo».
La razón por la que esta "flecha" apunta siempre en una dirección, pero no en la otra, es uno de los mayores rompecabezas científicos de todos los tiempos. Y la respuesta clásica para que las cosas sean así es que la flecha del tiempo se desprende de la Segunda Ley de la Termodinámica, que establece que la entropía, o el desorden, siempre aumenta dentro de un sistema cerrado.
Es por eso, por ejemplo, que la leche se mezcla fácilmente con el café o el té, pero nunca vuelve a emerger limpia y pura de una taza de café con leche; o que un huevo, una vez frito, jamás volverá a ser un huevo crudo; o que el calor fluya siempre desde el objeto más caliente hacia el más frío, y nunca al contrario.
Otra razón importante para que las cosas funcionen tal y como vemos son las condiciones iniciales del sistema. Y por motivos que aún escapan a nuestra comprensión, el Universo primitivo estaba muy caliente y su energía se distribuía uniformemente por todas partes. Lo cual es un estado de baja entropía en un sistema dominado por la gravedad. Con el paso del tiempo, en efecto, la entropía del Universo no ha dejado de aumentar, y eso es lo que determina la dirección de la flecha del tiempo.

«Desfreír» un huevo

Ahora, un equipo internacional de investigadores liderado por Kaonan Micadei, físico en la Universidad Federal ABC, en Brasil, se ha preguntado qué sucedería al modificar las condiciones iniciales de un sistema cerrado. Es decir, si el estado inicial de un sistema determina la dirección de la flecha del tiempo, ¿sería posible crear, aquí en la Tierra, sistemas cerrados cuyas condiciones iniciales obliguen a la flecha del tiempo a apuntar en la dirección opuesta? Si la respuesta fuera afirmativa, dentro de ese sistema los huevos fritos podrían "desfreirse" de forma espontánea y el calor podría fluir de los objetos más fríos a los más calientes.
La respuesta es que sí. Micadei y su equipo, en efecto, han logrado, por primera vez, construir un sistema de estas características. Y, efectivamente, en su experimento la flecha del tiempo apunta en dirección contraria, permitiendo a los investigadores comprobar cómo un objeto frío es capaz de aportar calor a otro más caliente, algo impensable en nuestra realidad cotidiana. El trabajo, publicado en arXiv.org, abre las puertas al desarrollo de toda una nueva generación de dispositivos en los que el tiempo se mueve hacia atrás, en lugar de hacia delante.
La investigación, por supuesto, no nos permitirá emprender un viaje al pasado para ver dinosaurios, pero sí que podría decirnos por qué nuestro Universo está "atrapado" en una calle de un solo sentido.

Entrelazamiento cuántico

El exótico sistema creado en laboratorio por los investigadores es una mezcla de cloroformo disuelto en acetona. El cloroformo (CHCl3), está formado por un átomo de carbono, otro de hidrógeno y tres de cloro, un escenario perfecto para llevar a cabo experimentos de física cuántica, que es capaz de manipular los espin (una especie de rotación interna) de los núcleos de carbono e hidrógeno gracias a una técnica denominada resonancia magnética nuclear.
La idea era alinear los núcleos por medio de un potente campo magnético. Los físicos usaron pulsos de radio para invertir uno o ambos espins, y consiguieron que ambos se entrelazaran. El entrelazamiento es un extraño, pero bien conocido proceso cuántico en el que dos partículas comparten la misma existencia de forma que, como si de dos gemelos microscópicos se tratara, lo que le sucede a una es inmediatamente "sabido" por la otra, con independencia de la distancia que las separe. Después, una vez entrelazados, al escuchar las señales de radio emitidas por los núcleos los físicos pudieron determinar cómo evolucionaban sus estados cuánticos.
Al mismo tiempo, los núcleos de los átomos de carbono e hidrógeno estaban en contacto térmico, lo que significa que la energía térmica podía fluir entre ambos. Los investigadores podían controlar la temperatura de los dos núcleos y calentarlos de forma independiente gracias a la resonancia magnética nuclear. En estas condiciones, lo lógico sería que, como sucede en el mundo real, el calor fluyera desde el núcleo más caliente hacia el más frío. Pero Micadei y su equipo observaron justo lo contrario.
La clave para lograrlo fue, como se ha dicho antes, el entrelazamiento, el fenómeno que Micadei y sus colegas explotaron para crear el conjunto único de condiciones iniciales que permiten que, dentro de ese sistema, el tiempo corra hacia atrás.
El resultado fue la creación de un tipo de "motor" capaz de impulsar la energía térmica en la dirección opuesta a la que nos es familiar. "Observamos -reza el artículo- un flujo de calor espontáneo desde el sistema frío al caliente".

Escala macroscópica

El hallazgo tiene importantes implicaciones para nuestra comprensión de la naturaleza del tiempo, y de su relación con el entrelazamiento cuántico y la entropía. "Nuestros resultados soble la flecha termodinámica del tiempo -explica Micadei- podrían también tener estimulantes consecuencias sobre la flecha cosmológica del tiempo". Lo cual da a entender que procesos parecidos a los descritos en su experimento podrían ser responsables de las condiciones iniciales del Universo, el sistema en que vivimos, y explicar por qué el tiempo fluye en la dirección que observamos.
Otro aspecto significativo de este trabajo, de naturaleza más práctica, es que los fenómenos observados por los investigadores no se limitan solo a los sistemas microscópicos, sino que funcionan también a escala macroscópica, con un gran número de moléculas implicadas. Por lo tanto, estos resultados podrían desembocar en una nueva generación de dispositivos en cuyo interior el tiempo correría al revés, y que serían capaces de conducir la energía térmica de objetos fríos a otros más calientes.
Lo de ir a ver dinosaurios, por desgracia, tendrá aún que esperar...