domingo, 28 de abril de 2019

Las religiones no unen, separan.

Por lo general los cristianos piensan que su religión une a la humanidad, pero no une ni a su propia familia. Aunque han leído algunos párrafos de su libro sagrado (los indicados por sus líderes), probablemente no se han fijado, o no le han dado importancia a las palabras de Jesús cuando dijo: “…he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del hombre serán los de su casa.” (Mateo 10: 34-36). No han notado quizás que Jesús exigía que lo amaran a él sobre todas las cosas, incluso sobre sus familiares más queridos. Advertía: “El que ama a padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es digno de mí” (Mateo 10: 37). Y hasta llegó a afirmar: “Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14: 26). ¿Algún cristiano que conserve su salud mental, habrá cumplido honestamente esta orden?
Y me refiero a los cristianos, porque ellos dominan nuestro ambiente occidental. Pero lo cierto es que, lamentablemente, cada vez las religiones separan más a la humanidad en un mundo donde no sólo el cristianismo existe, sino también el judaísmo, el islam, el hinduismo, el budismo, el taoísmo, el sintoísmo, el sijismo, el jainismo, el zoroastrismo, el bahaismo, el cheondoísmo, el rastafarismo, la cienciología, etc., etc. Al final, se calcula que hay unas 4500 religiones en total.




Entre éstas hay religiones teístas y no teístas. Las teístas afirman que existe un creador del universo que mantiene y gobierna su creación, mientras que las no teístas (como el budismo y el taoísmo) rechazan la existencia de dioses omnipresentes, universales o todopoderosos. Pero además hay también personas deístas y panteístas.
Sin embargo algunas religiones tienen presencia dominante. Se calcula que puede haber unos 2100 millones de cristianos aproximadamente, unos 1300 millones de musulmanes y unos 1000 millones de hindúes. Pero además se calcula que hay unas 25.000 sectas cristianas (o como ellos prefieren llamarlas, “denominaciones”).
¿Y cuál es el principal problema de todo esto? – que cada uno de estos grupos se cree el poseedor de la verdad absoluta e indiscutible, de “la única creencia verdadera”, y mira a los demás como adversarios, como “infieles”, o incluso como seres destinados a un sufrimiento perpetuo, con “llanto y crujir de dientes”.
Así que al final resultaron siendo proféticas las palabras atribuidas a Jesús, puesto que la hija con su madre, la nuera con su suegra, el esposo con su esposa, los nietos con sus abuelos, los hermanos, los primos, los tíos, están en disensión, y se consideran unos a otros “infieles”, “pecadores”, condenados al sufrimiento eterno, porque pertenecen a distintas sectas (o “denominaciones”). Uno es adventista, el otro Testigo de Jehová, el otro mormón, otro católico, otro bautista, otro luterano, otro calvinista, otro metodista, otro pentecostal… Y como resultado, ahora no pueden ni siquiera haber reuniones familiares como antes, porque cada quien tiene compromisos con su respectiva iglesia. En el pasado quedaron aquellos cumpleaños o fiestas familiares tradicionales. Siempre se escucha ahora la excusa: “Discúlpenme, pero tengo un compromiso con la iglesia”. Y claro, la iglesia es ahora lo más importante. Los miembros de la iglesia son ahora sus verdaderos “hermanos”, y la comunidad de creyentes es ahora su verdadera familia. Y por supuesto, a la iglesia le interesa controlar el tiempo de sus adeptos, porque ésta es una importante estrategia de manipulación. Por eso promueve cursos de adoctrinamiento, talleres, retiros espirituales, actividades donde los creyentes puedan estar juntos, sin que tengan tiempo para sí mismos o para sus parientes. ¡Qué lástima!

martes, 23 de abril de 2019

¿QUÉ ES LA TEORÍA DE CUERDAS?


Primera regla de la teoría de cuerdas: debes incluir imágenes psicodélicas que no tienen nada que ver con el tema cada vez que hablas de ella.

La materia que nos rodea tiene el aspecto que todos conocemos y amamos porque el universo está regido por cuatro fuerzas fundamentalesla gravedad, el electromagnetismo, la fuerza nuclear fuerte y la fuerza nuclear débil .
Pero cada una de estas fuerzas tiene una función distinta.
En el núcleo de los átomos, las protagonistas son la fuerza nuclear fuerte (que mantiene los protones y neutrones unidos unidos) y la fuerza nuclear débil (que permite que los protones se conviertan en neutrones, emitiendo un electrón durante el proceso). Pero los núcleos atómicos no se ve afectados en absoluto por la siguiente fuerza, la electromagnética, que aparece entre las partículas que tienen carga eléctrica como los electrones así que, básicamente, esta es la fuerza que se encarga de determinar qué elementos se pueden unir para dar lugar a todas las sustancias que nos rodean o de producir campos magnéticos.
Por último, tenemos la gravedad, la “fuerza” atractiva cuyos efectos sólo empiezan a ser apreciables cuando grandes cantidades de materia se acumulan en el mismo lugar. La gravedad moldea el universo a gran escala, agrupando la materia en objetos con la forma más esférica posible y organizando las estrellas y los planetas para formar sistemas solares y galaxias.
De todas las fuerzas, la gravedad es la más débil, algo que podéis comprobar levantando en el aire un clavo con un imán de la nevera: incluso aunque toda la masa de la Tierra esté tirando del clavo hacia abajo, nunca conseguirá arrebatárselo al débil campo magnético del imán cutre.
Pero nadie descubrió cómo funcionan estas fuerzas de un día para otro en un momento de inspiración, por supuesto. Las teorías que describen cómo funcionan estas fuerzas son el resultado de observar ciertos fenómenos en la naturaleza, proponer mecanismos que los expliquen y comprobar si esos mecanismos tienen alguna capacidad predictiva. Milenios después de que los griegos propusieran las primeras teorías científicas, este proceso nos ha dado los modelos que mejor explican la realidad hasta el momento: la teoría de la relatividad general (que explica cómo la gravedad moldea el universo a gran escala) y el modelo estándar (que describe el resto de las fuerzas, confinadas a la escala subatómica).
¿Y por qué estas teorías son mejores que una que me pueda inventar yo? ¿Yo también puedo escribir unas cuantas fórmulas y que se ajusten más o menos a lo que pasa en la vida real?
Bueno, es que lo que realmente da validez a una teoría que intenta explicar un fenómeno concreto no son unas cuantas fórmulas matemáticas que nos ayuden a hacer predicciones más o menos exactas sobre el comportamiento de lo que estamos estudiando. Detrás de toda teoría hay un planteamiento más profundo sobre la naturaleza del fenómeno en sí que, de ser correcto, puede cambiar nuestra visión de la realidad.
Pongamos el caso de la gravedad, por ejemplo.
Isaac Newton postuló que la gravedad es una fuerza invisible que aparece entre dos (o más) cuerpos y que la magnitud de esta fuerza depende del cuadrado de la distancia que están separados y de la masa de cada uno de ellos. Basado en esta idea de que la gravedad es una fuerza invisible, Newton ideó un modelo matemático que predecía el movimiento de los planetas con una precisión sin precedentes.
Pero, con el tiempo, a medida que los instrumentos astronómicos mejoraron, aparecieron algunos fenómenos que las fórmulas de Newton no sólo no podían predecir, sino que tampoco podían explicar, como por ejemplo el comportamiento de la órbita de Mercurio. Por este motivo, llegó un momento en que los científicos tuvieron que aceptar que, por muy útil que hubiera sido hasta el momento, el modelo de Newton no se ajustaba del todo a la realidad.
Pero, ¿y si lo que fallaba precisamente era esa noción de que la gravedad es una fuerza? ¿Y si la gravedad no era una fuerza, sino otra cosa?
A principios del siglo XX apareció Einstein con su teoría de la relatividad. En esta teoría, no planteó la gravedad como una fuerza invisible, sino como una distorsión del propio espacio provocada por la masa de los objetos que contiene. Cuanto más masivo es un objeto, mayor la distorsión que provoca y más intenso es su campo gravitatorio. Habréis visto el ejemplo mil veces:
Crédito: Clear Science.
Y no sólo eso, la teoría de Einstein también sugería que el espacio y el tiempo no son dos facetas distintas de la realidad, sino que forman una misma entidad: el tejido espacio-tiempo. Por tanto, los cuerpos masivos no sólo distorsionan el espacio a su paso, sino también el transcurso del tiempo en el volumen que abarca su campo gravitatorio. 
La cuestión es que, con el tiempo, las observaciones (que explico en la entrada que acabo de mencionar) demostraron que el modelo de Einstein describían con exactitud todo lo que no conseguía predecir el de Newton. Por tanto, la gravedad ya no era una fuerza invisible y esa extraña idea de que espacio y tiempo forman parte de un mismo fenómeno y que el ritmo al que transcurre el tiempo no tiene por qué ser constante tenía que ser correcta (y, a día de hoy, sigue siendo el modelo que mejor explica la gravedad).
Una historia muy emotiva. Pero, ¿qué tiene que ver todo esto con la teoría de cuerdas?
Paciencia, voz cursiva.
Cada una de las cuatro fuerzas fundamentales está regida por sus propias leyes descritas por su correspondiente modelo pero, desde mediados del siglo XX, muchos científicos han intentado crear una teoría del todo, un modelo que explique todas las interacciones fundamentales mediante un mismo mecanismo. De hecho, hasta ahora se han unificar el electromagnetismo, la fuerza nuclear fuerte y la débil bajo una misma teoría, el modelo estándar de física de partículas… Lo que equivale a decir que se ha encontrado la causa fundamental que se manifiesta en estas tres fuerzas distintas y, en este caso, son unas partículas fundamentales llamadas bosones que transmiten estas fuerzas entre una partícula y otra.
Pero volvamos de nuevo al contexto histórico.
Nuestra concepción de los bloques básicos que nos componen a nosotros mismos y al resto de la materia que nos rodea también ha cambiado mucho a lo largo de la historia.
En la antigua Grecia ya apareció la idea de que la materia está hecha de diminutos pedazos indivisibles, pero esta teoría no pudo avanzar hasta que se empezaron a aislar e identificar los elementos químicos puros que dan lugar a las sustancias más complejas que nos rodean.
En el siglo XIX, John Dalton sugirió que las cosas están compuestas por pequeños trozos de elementos más simples que se combinan siempre de la misma manera para formar sustancias concretas. Dos átomos de hidrógeno se combinarían siempre con uno de oxígeno para formar agua, por ejemplo.
Más tarde, en 1897, J.J. Thompson descubrió que podía alterar la trayectoria de los rayos catódicos utilizando campos magnéticos, por lo que dedujo que en realidad estos rayos tenían algún tipo de carga eléctrica negativa. Llegó a la conclusión de que estas cosas con carga negativa, a los que llamó electrones, estaban saliendo de la propia materia, así que imaginó que las unidades más pequeñas que la componen tenían una morfología similar a una galleta con virutas de chocolate: una masa con carga positiva incrustada con cargas negativas. El conjunto se mantenía en equilibrio porque los dos tipos de carga se compensarían, confiriéndole neutralidad eléctrica.
En 1911, Rutherford se dio cuenta de que esta distribución de la masa de un átomo no podía ser correcta y que la carga positiva debía estar concentrada en el centro mientras la carga negativa daba vueltas alrededor de manera similar a la que los planetas lo hacen alrededor del sol. En 1920 descubrió que los responsables de la carga positiva eran los los protones y en 1932, su ayudante,  James Chadwick, detectó por primera vez los neutrones, que ayudaban a mantener el núcleo atómico en equilibrio.
El modelo del átomo, entonces, evolucionó de un trozo de pasta con tropezones a la idea que aún hoy en día consideramos correcta.
Pese a que no se puede observar un átomo con tanto nivel de detalle como para poder distinguir sus componentes básicos, esta teoría nos ayuda a predecir con gran precisión tanto los productos que tendrán ciertas reacciones químicas como el comportamiento químico en general de cualquier sustancia, por lo que el consenso es que se ha encontrado un modelo que es una buena aproximación a la realidad.
Esto es lo más detallado que podemos ver en cuanto a átomos. En este caso, los átomos en una superficie de oro. (Fuente)
Pero, con el avance de la ciencia, se descubrió que el modelo aún estaba incompleto. Ojo, eso no significa que esté mal, sólo que faltaban cosas que añadir.
En 1961 se consiguió agrupar la fuerza nuclear débil y el electromagnetismo bajo un mismo modelo, bautizado como teoría electrodébil. Esta teoría afirmaba que las dos fuerzas aparecían debido a la interacción de partículas aún más pequeñas que los protones y neutrones que componen los átomos. Estas nuevas partículas fueron bautizadas como partículas elementales, porque se consideran los bloques básicos que construyen la realidad.
Este resultado sugería que, a lo mejor, el resto de fuerzas podrían ser también ser explicadas por la existencia de otras partículas elementales y que, si lográbamos detectar qué partículas causaban cada una de ellas, podríamos encontrar el origen de cualquier fenómeno tanto a pequeña como a gran escala usando sólo un modelo.
Y, de momento, esta es la teoría que mejor explica la realidad.
En nuestra visión actual del mundo, las tres fuerzas que determinan el comportamiento de las cosas a pequeña escala se pueden explicar mediante el llamado modelo estándar de física de partículas, que atribuye la aparición de estas fuerzas a la interacción entre diferentes tipos de partículas elementales (quarks, bosones y leptones).
Distintas cantidades de partículas elementales se unen para formar las partículas más grandes que antes se consideraban las unidades básicas de la materia. De la misma manera, su unión también provoca la aparición de partículas que cargan con las fuerzas, como los fotones que transportan el electromagnetismo.
Pero hay un problema: para que esta teoría lo explicara todo, debería existir también una partícula elemental que “transportara” la gravedad de un lado a otro. Esta hipotética partícula, el gravitón, no ha sido detectada hasta el momento. O sea, que la mejor herramienta que tenemos para describir las interacciones gravitatorias entre cualquier grupo de objetos sigue siendo la Relatividad General.
Y ahora ya podemos hablar sobre la teoría de cuerdas.
Como parece que el enfoque de las partículas elementales no sirve para unificar todas las fuerzas, han aparecido muchas teorías que intentan explicar qué fenómeno común las causa. Y una de ellas es la teoría de cuerdas.
Esta teoría plantea que las partículas elementales tampoco serían los bloques básicos en los que se fundamenta el universo, sino que éstas contendrían elementos aún más pequeños, una especie de filamentos de energía en constante vibración llamados, lo habéis adivinado, “cuerdas”.
Nadie sabe cómo serían, pero suelen pintarlas así en los documentales. Aunque dudo que tuvieran color o incluso que brillaran porque… Bueno, es que son más pequeñas que los propios fotones.
La vibración de estas cuerdas estaría limitada a unas frecuencias muy concretas, de manera que distintos modos de vibración otorgarían propiedades diferentes a las partículas elementales de las que forman parte, como por ejemplo una mayor o menor masa o carga eléctrica. Por ejemplo, un determinado modo de vibración produciría electrones y algún un tipo de quark en concreto.
Como estas cuerdas tienen que formar las partículas elementales, que ya de por sí son diminutas, su tamaño tiene que ser incluso menor. Según sus defensores, el tamaño de las cuerdas rozaría la longitud de Planck o 0.00000000000000000000000000000000001 metros (para los que estáis un poco más familiarizados con la notación matemática, 10^-35 metros). Dicho de otra manera, si hincháramos un átomo hasta que tuviera el tamaño del sistema solar, entonces las cuerdas que contienen las partículas elementales que lo forman tendrían el tamaño de un árbol.
Por mucho que me pese, una imagen en Photoshop con resolución suficiente como para distinguir esta diferencia de escalas probablemente tardaría años en subirse al blog, así que tendréis que tirar de imaginación.
Vale, pero, ¿De qué nos sirve que todo estuviera hecho de cuerdas? ¿Qué explicaría todo esto?
Todo lo que contiene el universo estaría compuesto por la misma entidad, las mismas cuerdas vibrando con frecuencias distintas, desde la materia hasta la radiación o incluso los supuestos gravitones que serían responsables de la gravedad. Por tanto, si consiguiéramos modelar cómo se comportan estos componentes tan simples, podríamos describir con una precisión brutal cualquier, desde las más pequeñas partículas hasta cúmulos de galaxias y agujeros negros, de manera independiente a su escala.
Pero hay un pequeño problema: el planteamiento matemático tras esta teoría no funciona matemáticamente a menos que el universo tenga 10 dimensiones espaciales en vez de las 3 que conocemos.
Hmmm… No veo señal de esas 7 dimensiones por aquí, ¿eh?
El resto de la comunidad científica tampoco la ha encontrado nunca. Pero, según los defensores de esta teoría, esto se debe a que estas dimensiones extra estarían confinadas en una escala de tamaño tan diminuta, similar al de las propias cuerdas, que nos resultan imperceptibles en nuestro día a día.
No sé yo, ¿eh? Me suena un poco a inventada esto…
Es un concepto difícil de visualizar pero, en esta conferencia, Brian Greene, uno de los principales defensores de la teoría de cuerdas, propone la siguiente analogía para entenderlo: visto desde lejos, un cable no parece más que una línea unidimensional, pero a medida que te acercas ves que no sólo tiene una longitud, sino también un grosor.Si tuviéramos el tamaño de hormigas, podríamos movernos a lo largo del cable pero también a su alrededor, pese a que en la distancia siga pareciendo tan sólo una línea de una sola dimensión.
Sí, algo ha ayudado.
Además, parece que el concepto de la existencia de dimensiones espaciales extra podría no resultar tan descabellado e incluso explicaría cómo diablos se producen los campos magnéticos, un fenómeno tan común como misterioso.
Ya a principios del siglo XX, Theodor Kaluza tomó las ecuaciones de Einstein e incluyó una dimensión de espacio extra para ver cómo afectaba al modelo matemático. Su teoría era que el magnetismo se transmite a través de perturbaciones en una cuarta dimensión espacial adicional. Al fin y al cabo, si Einstein había descubierto que la gravedad proviene de las perturbaciones en el espacio-tiempo, ¿Por qué no iba a poder explicarse de esta misma manera el magnetismo?
Tras desarrollar el modelo con una dimensión extra, aparecieron las mismas ecuaciones necesarias para definir el electromagnetismo que las obtenidas anteriormente a base de observaciones. Esto sugería que, en realidad, un campo magnético podría ser causado por las perturbaciones provocadas por el imán en una cuarta dimensión espacial que no percibimos.
Por otro lado, los defensores de la teoría de cuerdas dicen que estas diminutas dimensiones extra están dobladas sobre sí mismas y que las cuerdas están “pegadas” a ellas, de manera que la geometría de estas dimensiones determinaría los modos de vibración de cada cuerda y, por tanto, el tipo de partícula que esta formaría.
Esta limitación impuesta por las dimensiones extra podría explicar por qué existen unas constantes universales con unos valores fijos y, además, cómo pueden haber dado lugar a un universo estable como el nuestro (todo esto siempre según ellos).
El planteamiento es interesante pero, ¿Se ha demostrado que sea verdad esto de la teoría de cuerdas?
Aquí viene la faceta polémica: esta teoría es indemostrable o, al menos, lo es de momento.
Pese a que la teoría se empezó a desarrollar en los 80 y a que contiene un extenso marco matemático, los físicos que trabajan en ella no han logrado hacer una sola predicción práctica que la respalde.
Debido al pequeño tamaño de las cuerdas y a su falta de propiedades que las hagan medibles (como carga eléctrica o masa), su detección resulta imposible porque no existe ningún fenómeno físico perceptible que, en principio, fuera diferente a lo que observamos si de verdad las partículas subatómicas estuvieran constituidas por cuerdas increíblemente pequeñas.
Los partidarios de la teoría de cuerdas dicen que con el avance de la tecnología se podrá demostrar la existencia de las cuerdas, pero sus detractores argumentan, por ejemplo, que se necesitaría un colisionador de partículas cien billones de veces más potente que el LHC, el mayor construido hasta la fecha, para poder romper la materia a un nivel tan fundamental.
Pero aún disponiendo de este colisionador, estas cuerdas tan diminutas, 20 órdenes de magnitud más pequeñas que los propios átomos, no son algo que puedas señalar con el dedo y decir “ah, mira, una cuerda, teoría comprobada“. Si pudiéramos construir esta máquina, la evidencia de la existencia de cuerdas seguiría siendo muy indirecta.
Los defensores de la teoría de cuerdas se defienden también diciendo que la detección de otras dimensiones espaciales respaldaría la teoría de cuerdas, pero sus opositores puntualizan que eso no bastaría para demostrar que esta teoría es más correcta que otras que puedan haber llegado a la misma conclusión.
En general, los posibles experimentos que han sugerido los partidarios de la teoría de cuerdas hasta el momento para demostrar la validez de sus ideas parecen no ser considerados como válidos por el resto de la comunidad científica porque, básicamente, consisten en buscar pequeñísimos fallos en las predicciones hechas por la relatividad y atribuirlos a la teoría de cuerdas, cuando de la misma manera podrían ser evidencias a favor de otras teorías.
En definitiva, es precisamente esta desconexión entre la teoría y la realidad la que no gusta nada a la mayoría de la comunidad científica. Esta teoría es acusada de no ser científica por no estar respaldada por observaciones, de no llevar a ningún lado porque está estancada y, en general, otros investigadores se quejan de que este tipo de ejercicio filosófico que no parece llevar a ningún lado reciba presupuesto que podría ser utilizado para cosas más productivas.
Pero si la teoría de cuerdas tiene tantos detractores y es tan incapaz de arrojar resultados prácticos, ¿Por qué los medios hablan tanto de ella?
Porque es bonita y se puede simplificar lo suficiente como para hacer documentales que tengan una buena acogida entre el público profano. Además, esta teoría tiene todos los elementos “emocionantes” necesarios para mantener a un espectador enganchado: sugiere una imagen bonita del universo, tiene un nombre pegadizo y sus protagonistas son un grupo de físicos que van “contra lo establecido”.
La teoría implicaría que todo el universo es un mar de diminutas cuerdas vibrando, interaccionando entre sí y cambiando de modos de vibración. En cualquier documental que hablen del tema escucharéis que el universo sería como gran una sinfonía. Es una estética muy agradable de imaginar, pero no por ello merece más credibilidad que otras teorías que dan mejores resultados y obtienen menos atención mediática.
En definitiva, como reflejó el físico Randall Munroe, autor de la genial página XKCD en una de sus viñetas trató la teoría de cuerdas:
Artículo tomado de : https://cienciadesofa.com/2015/02/que-es-la-teoria-de-cuerdas.html

lunes, 22 de abril de 2019

¿Cómo calienta la comida el microondas?


    El horno microondas se inventó por accidente en 1946,  cuando el doctor Percy Spencer, realizando estudios de investigación sobre el radar, estaba probando un tubo vacío llamado magnetrón cuando se dio cuenta de que la chocolatina que tenía en su bolsillo se había derretido. Así se descubrió cómo funcionaba el microondas. ¿Quieres descubrirlo tú ahora?






¿Cómo funciona el microondas?


    El horno microondas es un electrodoméstico que calienta los alimentos mediante la generación de ondas electromagnéticas de una frecuencia de 2.5 GHz, es decir, en el rango del espectro mas allá del visible (por eso no podemos verlas) y que se conoce como microondas (de ahí el nombre).



    Las ondas de radio en este rango tienen la propiedad de ser absorbidas por las moléculas de agua, grasa y azúcares. Al ser absorbidas, las ondas se convierten directamente en movimiento de esas moléculas (lo que se conoce como calor). Las moléculas de agua son dipolares, es decir, tienen una carga positiva en un lado y negativa en otro. Estas moléculas intentan alinearse con el campo eléctrico fluctuante generado por las ondas . Sin embargo, la dirección del campo electromagnético se invierte 2.500 millones de veces por segundo (porque tienen una frecuencia de 2.5 Ghz) , por lo que una vez que se alinean con una onda, deben rotar rápidamente para alinearse con la siguiente, así hasta las 2.500 millones de veces por segundo. Este procedimento realizado por millones de moléculas de agua simultáneamente da como resultado choques entre las moléculas, que se ponen en movimiento, dispersando así la energía, lo que se conoce como calor, que no es más que la excitación masiva de las moléculas de un compuesto.

Moléculas dipolares de agua rotando
para alinearse con la onda
    El calentamiento por microondas es muy efectivo en el agua. Menor en grasas y azúcar donde sus moléculas son menos dipolares y mucho menos en agua congelada, donde las moléculas tienen poca libertad para girar. Las microondas en este rango no son absorbidas por plásticos, vidrios y cerámica, por lo cual, recipientes hechos con estos materiales no son afectados. Por otro lado los metales repelen estas ondas y es la razón por la cual no deben introducirse en un microondas. 








¿Es peligroso estar delante del microondas?

    Existen rumores que dicen que las microondas generadas por estos hornos son dañinos para el ser humano. En realidad, las microondas están limitadas por ley a no emitir más de 5 miliWatts/cm2, muy por debajo del límite que puede considerarse dañino para la salud del ser humano. Además, la radiación microondas es una radiación no ionizante, es decir, no descompone las moléculas en iones o con cargas eléctricas, por lo que no tiene los mismos riesgos de cáncer que tiene la radiación ionizante como los rayos X o los rayos UV.

    A pesar de que el funcionamiento normal del microondas no supone un riesgo para el ser humano, hay que tomarse ciertas precauciones al utilizarse. 

  • No introducir elementos metálicos, ya que pueden causar arcos eléctricos e incendios dentro del horno. 
  • No operar un horno sin comida dentro, ya que las microondas no tienen donde penetrar y rebotan dentro del horno pudiendo llegar a quemar los componentes. 
  • No calentar algo con un líquido sellado, como un huevo duro o un recipiente de vidrio cerrado. Esto puede causar que se genere vapor de agua dentro del elemento y que pueda llegar a estallar.

domingo, 21 de abril de 2019

Más detalles del plan de la NASA para poner un astronauta sobre la Luna en 2024

Hace tres semanas el vicepresidente estadounidense Mike Pence anunció que su gobierno iba a poner un astronauta sobre la Luna en 2024. La noticia era en realidad una evolución de un plan anterior que pretendía hacer lo mismo en 2028, pero cuatro años son una diferencia significativa cuando no tienes listo el lanzador principal de tu programa lunar —el SLS—, ni la nave —Orión—, y ni siquiera cuentas con un módulo lunar para alcanzar la superficie de nuestro satélite. No obstante, el administrador de la NASA Jim Bridenstine se ha tomado muy en serio la orden de su vicepresidente y está estudiando exhaustivamente todas las opciones para hacer realidad este plan, incluyendo las ideas más locas, siempre y cuando el presupuesto lo permita (spoiler: por ahora, no).
Dos astronautas de la NASA pisan el polo lunar en 2024 usando la nueva propuesta de módulo lunar de LM (Lockheed Martin).
El plan preliminar de Bridenstine es conservador y, por lo tanto, contradictorio. El Congreso ya le ha dicho a la Casa Blanca y a la NASA que se olviden de cancelar el SLS. Por lo tanto, Bridenstine y su «ingeniero jefe» Bill Gerstenmaier quieren acelerar los plazos, pero usando prácticamente el mismo esquema que seleccionaron para el plan de 2028. Eso significa que la única opción, además de inyectar un dinero por ahora inexistente, es saltarse pruebas y controles del sistema SLS-Orión. Suena bien, ¿no?, porque, al fin y al cabo, ¿qué podría salir mal?
Versión reducida de la estación lunar Gateway con el módulo propulsivo PPE y un nodo, además de la nave Orión y la etapa de ascenso del módulo lunar acoplados (Lockheed Martin).
Pero veamos los detalles. Según este plan a medio hornear, la primera misión no tripulada de la nave Orión alrededor de la Luna, la EM-1, tendría lugar el año que viene usando el SLS tal y como está previsto. En 2022 veríamos la primera misión tripulada de la Orión, la EM-2, que también viajaría alrededor de la Luna mediante un SLS. Por fin, en 2024 la misión EM-3 enviaría dos astronautas a la superficie lunar. Para ello, Bridenstine insiste en construir la estación Gateway, que era el elemento central del plan de 2028. Eso sí, deberá ser a la fuerza una versión reducida y ensamblada mediante cohetes comerciales. Por eso en un primer momento se lanzará en 2022 el módulo PPE —hasta aquí nada nuevo—, seguido de, como mínimo, un pequeño módulo nodo. En 2024 se lanzarían los elementos del módulo lunar.
Módulo lunar propuesto por LM tomando como base la nave Orión (Lockheed Martin).
Ah, el módulo lunar. Ese es el gran quebradero de cabeza del plan, porque por ahora no hay nada —NADA— planeado. Pero, como no podía ser de otra forma, las grandes empresas aeroespaciales se han apresurado a proponer sus ideas sobre el nuevo proyecto. Lockheed Martin, contratista principal de la cápsula euro-estadounidense Orión, y una de las empresas que aspiran a jugar un papel crucial en Gateway, ha presentado una versión de la estación Gateway con el módulo PPE y un módulo nodo con elementos básicos para la tripulación. Al mismo tiempo ha puesto sobre la mesa un módulo lunar de dos etapas que usaría muchos elementos de la cápsula Orión y su módulo de servicio —este último construido en Europa— con el fin de acelerar su desarrollo. La etapa de ascenso usaría los motores del módulo de servicio de la Orión y los sistemas de soporte vital derivados de los empleados en esta nave.
La etapa de ascenso del módulo lunar de LM estaría basada directamente en la cápsula Orión (Lockheed Martin).
Vista trasera del módulo lunar de LM (Lockheed Martin).
La propuesta de módulo lunar de dos etapas choca con el mandato de la NASA de desarrollar un módulo de tres etapas, pero evidentemente las reglas del juego han cambiado. Este módulo lunar basado en la Orión también toma elementos del vehículo que pudimos ver hace apenas unos meses, pero es una nave distinta. Pese a todo, el gigante aeroespacial mantiene su intención de construir este módulo de gran tamaño (62 toneladas) en una fase posterior que permita una exploración más concienzuda de la Luna. No han transcendido detalles técnicos más elaborados del módulo lunar basado en la Orión, a excepción de que esta primera misión lunar duraría pocos días en la superficie, quizá incluso menos que el Apolo 17, y que el objetivo sería el polo sur lunar.
El módulo lunar de LM acoplado a una estación Gateway en una fase posterior (Lockheed Martin).
Como vemos, la NASA y su ecosistema se están tomando muy en serio el desafío de Pence, pero, una vez más, todo depende del dinero. En unos meses veremos si hay dólares que apoyen la retórica lunar de la administración Trump. En caso contrario, este plan se desvanecerá rápidamente como un sueño.

Tomado del magnífico blog de Daniel Marín: https://danielmarin.naukas.com/2019/04/18/mas-detalles-del-plan-de-la-nasa-para-poner-un-astronauta-en-la-luna-en-2024/

sábado, 20 de abril de 2019

La caza de brujas de los antivacunas


Los adeptos a la secta antivacunas pontifican sobre democracia y libertad de elección e información, aunque sin embargo en EEUU se están volviendo cada vez más agresivos y dictatoriales.
Hace unos días el periódico estadounidense “Los Angeles Times” se hacía eco de un comportamiento cada vez más habitual en las redes sociales consistente en atacar, insultar y hasta perseguir a cualquier médico que haya tenido la osadía de hacer algún comentario a favor de una de las más poderosas herramientas desarrolladas por la moderna medicina científica: las vacunas.
Así en el artículo se expone el caso de la Dra. Dana Corriel, una médico que en septiembre del año pasado informó en su cuenta de Facebook que ya estaba disponible la vacuna contra la gripe y animó a los ciudadanos a que se vacunaran. En pocas horas, su cuenta se llenó con miles de comentarios del variopinto colectivo antivacunas. Al principio, la inocente doctora decidió permitir que los comentarios se siguieran publicando en su perfil, con la esperanza de que al presentar ella datos científicos eso sirviera para educar, aunque fuera mínimamente, a estos prepotentes ignorantes sobre la importancia tanto individual como colectiva de las inmunizaciones.
Sin embargo, sus racionales argumentos no sólo no sirvieron de nada, sino que comenzó a recibir insultos del tipo “puta de las vacunas” y “asesina de niños”, además de múltiples descalificaciones sobre su profesionalidad de personas que, aunque nunca había tratado en su consulta puesto que la mayoría de ellos eran de otras ciudades distintas a su lugar de trabajo o incluso de estados muy alejados de su residencia, la calificaba de inútil, inepta o de corrupta vendida a las siempre malvadas multinaciones farmaceúticas, cuando en realidad el verdadero negocio de estas corporaciones sería el de dejar de vacunar para que así ellas pudieran vender toda la panoplia de medicamentos necesarios para mantener con vida a los millones de infectados que la ausencia de estas más que eficaces vacunas dejarían entre la desprotegida población.
Además, uno de estos ignorantes encontró la dirección de su consulta y le envió un libro antivacunas. Finalmente, visto el nivel de agresividad y de cercanía, la médico se sintió amenazada y acabó borrando su más que pertinente comentario inicial para poder intentar recobrar un poco de tranquilidad tanto personal como profesional.
Y este tipo de campañas se están volviendo más habituales y están cada vez más coordinadas en EEUU, en donde los grupos de antivacunas en las redes sociales cuentan con decenas de miles de combativos (y cada vez más agresivos) “expertos” autodidactas en inmunología o virología que, por supuesto, no sólo no tienen titulación alguna, sino que la mayoría de las veces no saben qué es un virus o cómo actúa un linfocito T.
Aunque eso sí, estos analfabetos del siglo XXI se permiten el indecente y más que peligroso lujo de cuestionar unos tratamientos que cada año salvan la vida de millones de personas en todo el mundo y que si se dejaran de administrar nos retrotraerían a esos no tan lejanos tiempos en donde los humanos éramos pasto de las más diversas pandemias.



FUENTE:  https://lacienciaysusdemonios.com/2019/03/21/la-caza-de-brujas-antivacunas/