miércoles, 29 de mayo de 2019

¿Desaparecieron los neandertales por tener menos hijos?

Un estudio apunta que un ligero descenso de la fertilidad entre las hembras jóvenes pudo llevar a la extinción




Los neandertales, la especie humana más parecida a nosotros, habitó Eurasia durante 300.000 años para desaparecer hace unos 40.000 por causas que aún son desconocidas. Su extinción ha sido explicada por diversos factores, como la presión del hombre anatómicamente moderno, enfermedades o cambios en el clima, aunque recientemente ha cobrado peso la hipótesis, elaborada a partir de datos de individuos de El Sidrón (Asturias), de que la endogamia, la unión de personas de ascendencia común o naturales de un pequeño espacio geográfico, pudo ser un factor decisivo.

Ahora, un nuevo estudio realizado por el equipo de Anna Degioanni de la Universidad Aix Marseille (Francia), apunta a un factor que quizás esté relacionado: la escasa natalidad. El informe, sostenido por modelos poblacionales, se ha publicado en la revista de acceso abiertoPLOS ONE.
La falta de datos empíricos que permitan probar las hipótesis es uno de los mayores desafíos para los investigadores que estudian la extinción de los neandertales. Para probar escenarios hipotéticos alternativos, Degioanni y sus colegas han creado un modelo de población neandertal que les permite explorar factores demográficos que podrían haber provocado una disminución de las poblaciones y finalmente la extinción durante un período de 4.000 a 10.000 años (un marco de tiempo compatible con la historia conocida de estos homínidos).
Los investigadores crearon parámetros demográficos de referencia para su modelo de extinción neandertal (por ejemplo, supervivencia, migración y tasas de fertilidad) basados en datos de observación sobre grupos de cazadores-recolectores modernos y grandes primates existentes, así como en datos paleogenéticos y empíricos neandertales disponibles de estudios anteriores. Los autores definieron las poblaciones como extintas cuando caían por debajo de 5.000 individuos.

Hembras jóvenes

De esta forma, observaron que en su modelo, la extinción hubiera sido posible en 10.000 años con una disminución en las tasas de fertilidad de las hembras jóvenes (menores de 20 años) de solo el 2,7%; si la tasa de fertilidad disminuía en un 8 %, la extinción ocurría dentro de 4.000 años. Si esta disminución en la fertilidad se viera amplificada por una reducción en la supervivencia de los bebés (niños menores de un año) de tan solo un 0,4%, podría haber llevado a la extinción en 10.000 años.
Los autores intentaron explorar posibles escenarios de extinción neandertal en lugar de plantear una explicación definitiva. Sin embargo, señalan que este estudio es el primero en utilizar datos empíricos para sugerir que cambios demográficos relativamente menores, como una reducción de la fertilidad o un aumento de la mortalidad infantil, podrían haber conducido a la extinción del neandertal.

«Este estudio no intenta explicar por qué desaparecieron los neandertales, sino identificar cómo pudo haber ocurrido», explican los investigadores. «Los resultados sugieren que una reducción muy pequeña de la fertilidad puede explicar la desaparición de la población neandertal».

domingo, 5 de mayo de 2019

Hallada la primera hija fruto del sexo entre dos especies humanas distintas

La secuencia genética de una adolescente que vivió hace más de 50.000 años en Siberia muestra que nació de una neandertal y un denisovano

viernes, 3 de mayo de 2019

Funcionario de Conacyt frena investigación en biotecnología

Por omisión de Emmanuel González Ortega, encargado del despacho de la Secretaría Ejecutiva de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), se han detenido proyectos de investigación en biotecnología.




González Ortega, que fue designado por la directora de Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla, y quien al igual que la funcionaria ha manifestado públicamente su activismo antitransgénico, no se ha reunido —como lo marca la ley— con el Consejo Consultivo Científico (CCC), por lo que están parados seis proyectos de investigación sobre “Mitigación al cambio climático empleando técnicas de la biotecnología moderna”, ya que sin la sesión no se ha podido definir la designación de recursos.

Para el 12 de febrero estaba programada la primera reunión entre el CCC y la Secretaría Ejecutiva de Cibiogem, pero no se llevo a acabo.

“Emmanuel no ha tenido la diligencia de comunicarse con nosotros, mucho menos de convocarnos. Están faltando a su deber e incurren en responsabilidades legales”, asegura Fausto Kubli-García, coordinador del CCC.


Entre los proyectos afectados están: “Generación de plantas de jitomate resistentes a un estrés combinado de calor y sequía” y “Generación de plantas transgénicas de fresa con mayor tolerancia a estrés biótico”, entre otros.

El CCC valora distintas posibilidades para remediar la situación: “Tenemos desde la queja ante el Órgano Interno de Control, pero también evaluamos un juicio de amparo para que un juez federal les ordene cumplir con nuestra agenda. Además de otras acciones legales para evidenciar cómo están incurriendo en sus responsabilidades administrativas”, señala Kubli-Garcia.

De acuerdo con el coordinador del CCC, también hay una decena de proyectos vigentes, en los que participa el Instituto de Biotecnología de la UNAM, el Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, el Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, que corren riesgo ante las faltas de la Secretaría Ejecutiva de Cibiogem.

“Emmanuel es un detractor abierto en contra de la biotecnología, de alguna manera le está dando un uso privado al escaño que ocupa”, afirma. La próxima sesión entre el CCC y la Secretaría Ejecutiva de Cibiogem está programada para el 13 de mayo.

miércoles, 1 de mayo de 2019

Una misteriosa especie humana conquistó el techo del mundo hace 160.000 años

Hallado en China el fósil de un denisovano, la especie que se cruzó con los 'Homo sapiens' y les pasó genes para poder vivir a gran altitud





Científicos chinos y europeos han descubierto el fósil de un denisovano, la misteriosa especie humana que pobló Asia hace miles de años y con la que los sapiens tuvimos una corta pero fructífera historia de sexo.
Un estudio publicado hoy en Nature describe los restos —la mitad de una mandíbula inferior y dos molares— que fueron encontrados en 1980 por un monje budista en la cueva de Baishiya, al norte de China. “Esta cavidad natural está considerada un lugar sagrado y los huesos humanos que aparecen aquí se suelen machacar para hacer medicinas tradicionales con supuestos poderes curativos”, explica Jean-Jacques Hublin, paleoantropólogo del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y coautor del estudio. No se sabe por qué, "el monje prefirió salvar los restos y regalárselos al sexto buda viviente de Gung-Thang, una autoridad religiosa, quien a su vez la donó a una universidad china”, explica. Ahora, 39 años después y gracias a la colaboración entre investigadores chinos y europeos, se ha demostrado que el hueso no era de un santo, sino de un denisovano adolescente de sexo desconocido que vivió hace al menos 160.000 años.
Los denisovanos son una especie humana sin rostro. Fueron descubiertos en 2010 y de ellos apenas se conocían cinco fósiles de menos de dos centímetros, todos hallados en la cueva rusa de Denisova, al sur de Siberia, que no permiten conocer el aspecto físico de estos humanos. Sin embargo, el frío de la cueva preservó el ADN, lo que permitió ensamblar todo su genoma a partir del diminuto diente de una niña. La genética los identificó como una especie hermana de los neandertales que apareció hace unos 400.000 años. Mientras los neandertales ocuparon Europa, los denisovanos se expandieron por Asia.
Después de que los Homo sapiens salieran de África por primera vez, hace unos 100.000 años, se encontraron con los denisovanos y tuvieron sexo e hijos con ellos en varias ocasiones. Fruto de aquellos cruces hay unas gotas de ADN denisovano en asiáticos y sus descendientes los nativos americanos (un 0,2% del genoma), y en los habitantes de Oceanía (hasta el 5%). Por razones desconocidas, los denisovanos se extinguieron hace unos 40.000 años, el mismo destino que siguieron los neandertales en la misma época.


Entrada de la cueva de Baishiya, un santuario budista.
Entrada de la cueva de Baishiya, un santuario budista. D. Z.


El nuevo hallazgo demuestra que los Homo sapiens no fuimos los primeros en ocupar la meseta del Tíbet, el techo del mundo sobre el que se asienta el Himalaya, la cordillera más alta del planeta. El trabajo, coliderado por Fahu Chen, de la Academia de Ciencias China, Dongju Zhang, de la Universidad de Lanzhou, y el equipo de Hublin, ha extraído proteínas de colágeno de uno de los dientes del fósil. Su secuencia de aminoácidos, aunque muy degradada, parece diferente a la de otras especies humanas y las identifica como denisovanas. Esto no solo implica que hubo otros humanos que conquistaron la meseta, con una altitud media de 4.500 metros, 120.000 años antes que nosotros, sino que probablemente fueron ellos los que nos pasaron algunas variantes genéticas necesarias para sobrevivir en este entorno hostil con escaso oxígeno, tal y como han demostrado estudios recientes entre pobladores del Himalaya actuales.
“Neandertales y denisovanos vivieron durante cientos de miles de años en Eurasia y se adaptaron a estos entornos. Los humanos modernos llegaron de África y se mezclaron con ellos un poco, lo que les permitió adquirir variantes genéticas ventajosas. Esas variantes se hicieron cada vez más frecuentes. Por ejemplo, el 80% de los tibetanos actuales las portan”, resalta Svante Pääbo, genetista del Max Planck y autor principal de la secuenciación del genoma neandertal y denisovano. "Es muy interesante que se empiecen a encontrar denisovanos más allá de la cueva de Denisova. Presumiblemente ocuparon la mayoría de Asia en el pasado así que espero que se encuentren muchos más restos en el futuro", comenta el genetista.
La técnica que analiza paleoproteínas puede ser la próxima revolución en evolución humana y probablemente permita aclarar qué aspecto tenían los denisovanos, si es que no lo ha hecho ya. “A juzgar por la mandíbula y lo que sabemos de otros fósiles ya conocidos de China como Maba [sur de China], Xujiayao [norte] y Penghu [Taiwán], que también pueden ser de denisovanos, estamos ante unos humanos muy parecidos a los de la Sima de los Huesos [en Atapuerca, Burgos], con una cabeza grande, los arcos de las cejas muy marcados, dientes voluminosos y frente huidiza”, explica Hublin.
El trabajo también confirma a Asia como una segunda cuna de la evolución humana más allá de África. “En China se conocen muchísimos fósiles humanos raros o inclasificables que ahora podrían ser adscritos a los denisovanos con las nuevas técnicas de análisis de ADN y paleoproteínas”, opina Antonio Rosas, paleoantropólogo del CSIC.
“Nuestra especie, aunque solitaria, es en realidad un crisol de humanidades ya extintas, y esa mezcla ha sido particularmente importante para nuestro éxito actual”, resalta María Martinón-Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, en Burgos. “Es curiosa la forma en que relatamos siempre como hazañas muchas de nuestras capacidades, sin embargo, es una cura de humildad descubrir que parte de nuestros superpoderes estaban presentes en otras poblaciones humanas mucho antes que en la nuestra y que de hecho les debemos a ellas su herencia”, destaca.