En el fugaz instante que llamamos vida, Donde el sol se oculta y la noche se anida, Vaga un alma en pena, en soledad sentida, Llorando la ausencia de una luz perdida.
Los años se deslizan como leves arenas, Marcando el camino hacia las funestas penas. La vida, cual mariposa de alas cercenas, Vuela rauda y breve, víctima de condenas.
El dolor, cual espectro, acecha en cada esquina, Susurrando palabras que al alma atormenta El olvido, cual manto, todo lo sepulta y termina, Borrando de la memoria lo que a otros mata
En este breve tránsito, donde todo se esfuma, Queda la soledad, cual herida sin cura. Un lamento infinito que en el silencio se suma, Eco de una existencia que en la nada se acuna.
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