domingo, 18 de junio de 2017

Alimentos y cerebro

En lo que a dietas se refiere, existe un sinfín de opciones que se ponen de moda y se recomiendan sin que tengan una base científica que compruebe el efecto que proclaman. A fin de conocer qué sustancias generan un efecto en verdad positivo en el cerebro, algunos neurólogos han realizado estudios con animales durante los últimos años.


Cuando a un grupo de ratas se les añadió en la dieta «ácidos grasos omega-3» se encontró que aprendían con mayor facilidad la forma de salir de un laberinto respecto de aquellas que consumían una dieta normal. Los ácidos omega-3 son abundantes en el aceite de pescados, como el salmón o el bacalao.
A otros ratones se les indujo de modo artificial el mal de Alzheimer. En este padecimiento se depositan en el cerebro unas placas formadas por una proteína llamada «beta amiloidea».


La cantidad de las placas nocivas fue menor en las ratas sometidas a una dieta adicionada con ácidos omega-3 y los síntomas de la degeneración se atenuaron en grado notorio. Se cree que esto se debe a que los ácidos omega-3 favorecen la formación de un factor neurotrófico que estimula las conexiones entre neuronas, lo cual mejora la capacidad cognitiva y de memoria.


sábado, 17 de junio de 2017

¿Por qué combatir charlatanes?



Por Martín Bonfil Olivera
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM
Publicado en 
Milenio Diario, 15 de junio de 2011



Varios lectores me hicieron notar que últimamente he abordado en este espacio temas que parecen más quejas que “ciencia por gusto”, en particular cuando combato las tonterías seudocientíficas que muchos charlatanes difunden como si fueran hechos.

Tienen razón, en parte. El título de esta columna promete compartir el gozo de la ciencia, la “experiencia científica”, afín a la experiencia estética que nos producen las obras de arte, pero que antes pasa necesariamente por la razón. El asombro que nos produce la imagen que la ciencia nos da del mundo que nos rodea es siempre el asombro de entender… y luego maravillarse por lo que se ha entendido.

Pero en el mundo no todo es gozo, y la ciencia también tiene sus aspectos odiosos… sobre todo la falsa ciencia. Basta con ver la cantidad de productos milagro que se ofrecen por televisión para darse una idea de cuántos charlatanes se hacen ricos aprovechándose de la credulidad y buena fe de un público que está en una posición desventajosa para darse cuenta siquiera de que se está insultando su inteligencia.

Mis dos anti-favoritos actuales son las pulseras con holograma (Power Balance y demás) que ofrecen aumentar la fuerza física, mejorar el equilibrio e incrementar el bienestar general (además de feas y de que la misma idea es tonta, son un fraude descarado) y la nueva crema “Teatrical células madre”®, de Genomma Labs (empresa que se caracteriza por prometer cosas inverosímiles), que supuestamente “contribuye a la protección del ADN y retrasa el envejecimiento anticipado de la piel favoreciendo los mecanismos naturales para su regeneración” (si uno revisa la letra chiquita de la etiqueta, la crema dice contener, efectivamente, células madre… ¡de manzana! A menos que quiera uno tener cutis de fruta, la simple idea resulta absurda). 

Pero más allá de la falta de respeto y el engaño burdo, los charlatanes tienen un efecto nocivo en la sociedad: fomentan la credulidad, la tendencia a creer cosas sin fundamento. Y una vez abierta la puerta de la creencia acrítica, pueden colarse por ella ideas realmente peligrosas, como la de el VIH-sida no es contagioso o la de que un aparatito con una antena puede “detectar” moléculas de droga o explosivos. Es cuestión de tiempo para que el fraudulento "detector molecular" GT-200, usado por las fuerzas armadas de México en el combate al narco, produzca un accidente grave. Por el momento, al señalar azarosamente, han provocado numerosas violaciones a los derechos humanos de ciudadanos inocentes, que son registrados y hostigados inútilmente.

Sí: las charlatanerías dañan. Vale la pena combatirlas, aunque no siempre sea agradable.

sábado, 10 de junio de 2017

La odisea del espermatozoide.

   Cuánto le tememos a quedarnos embarazadas (o que nuestra pareja esté encinta), ¿verdad? Sin embargo, no es ni por asomo tan fácil como pensamos. El camino del espermatozoide desde el hombre hasta la llegada al óvulo, no es un camino de rosas. Todo en la vagina está diseñado para eliminar a ese invasor, y son multitud de barreras las que dificultan su tarea de fecundar al óvulo. A continuación os contaré la odisea que ha de sufrir un espermatozoide campeón, desde que sale del testículo acompañado con 250-300 millones de "hermanos", hasta que consigue, únicamente él, entrar en el óvulo para dar una nueva vida.



La salida: cómo se preparan para la gran carrera.

   Esta salida está indicada con el pistoletazo de salida que conocemos como eyaculación. En esta salida, unos 250-300 millones de espermatozoides, que han estado madurando durante 2 -3 días, empiezan su tortuosa carrera con una sola meta en la cabeza: ser el primero en fecundar al óvulo.  El primer problema con el que se encuentran los espermatozoides, es su propia síntesis. De todos los espermatozoides presentes en una eyaculación, menos de un 20% son sanos. El resto o ya empiezan la carrera muertos, o se han colado atletas paraolímpicos, que no están bien formados, apenas se mueven o están amorfos, lo que los condena a una muerte pronta y segura. De ahí que sea tan importante aguantar 2 o 3 días sin eyacular para acumular una cantidad suficiente de espermatozoides que garanticen un buen número de individuos sanos y competitivos.  Éstos contarán con una cabeza, donde se encuentra el material genético que ha de introducir en el óvulo y una zona conocida como acrosoma que ayudará a que eso sea posible; un cuello o segmento medio justo debajo, que actúa como motor, quemando energía ATP en las mitocondrias que contiene, para general el movimiento de su cola que actuará como una hélice a propulsión y de la cual depende su supervivencia y su éxito.

  Una excitación máxima por parte del hombre también ayuda a que se eyacule mayor número de espermatozoides y salgan con mayor propulsión, internalizándolos al máximo dentro de la vagina, sorteando así el medio hostil que más adelante describiré.

  Estos espermatozoides empiezan la carrera con cierta ayuda, siendo impulsados junto al líquido seminal producido entre la próstata y vesícula seminal, queproporcionarán a los corredores un suplemento alimenticio y protección, además de un medio que les facilitará sus movimientos natatorios en el interior de la vagina. Y ahora es cuando van a llegar a ella, y donde peor lo van a pasar.


La carrera: la hostilidad de la vagina y útero.

   Han salido del pene. Entrar en la vagina ya es un buen resultado, ya que si la eyaculación ocurre en el exterior, su vida no durará más de unas pocas horas, donde la sequedad y calor del ambiente eliminará el líquido seminal que los nutre y protege, matándolos.

   Ya "solo" tienen por delante 18 cm de camino, bastante largo para un ser que se desplaza a 0.0025 cm/seg. Además, la carrera no puede empezar en peores condiciones. El interior de la vagina es ácido para los espermatozoides, con un pH inferior a 6, cuando el óptimo para ellos es de 7-7,5, que irá "friéndolos" en grandes masas, como si hubiera aterrizado en un infierno, acabando con un porcentaje muy elevado de corredores en los primeros 30 minutos de la carrera. Para suerte de los espermatozoides, el líquido seminal que les acompaña, mantiene un ambiente más propicio para ellos, disminuyendo la acidez vaginal. Si la mujer se encuentra ovulando, su pH aumentará 1 punto, facilitando así la supervivencia de los competidores. Además, se ha descubierto que el orgasmo femenino produce contracciones que facilitan la subida del espermatozoide hacia el cuello del útero, a modo de succionador, de ahí la importancia de que la mujer se excite y disfrute con el sexo.

   Unos pocos millones alcanzan el cuello del útero donde, para pasar, se encuentran con un nuevo obstáculo. La entrada al cuello del útero se encuentra protegida por un moco vaginal, cuya viscosidad depende de si la mujer se encuentra en ovulación o no. En el primer caso, será menos denso, no oponiendo tanta resistencia a la entrada de los espermatozoides, mientras que en el segundo caso, otro montón de ellos quedarán pegados y retenidos hasta su muerte, sin poder finalizar la carrera.

   Los pocos "afortunados" que consiguen pasar al cuello del útero, no se encontrarán con un camino relajado. Al contrario, entrar ahí es entrar en el laberinto del Minotauro. El cuello del útero se compone por una multitud de diminutas ramas de túneles que no llevan a ninguna parte, donde una vez que entran, no son capaces de salir. Sólo el 1% de los espermatozoides que llegan al cuello del útero, son capaces de llegar a la siguiente base: el útero.

   Después del angosto túnel del cuello del útero, llegar al útero supone un paisaje abierto inmenso por el que deben navegar hasta encontrar la entrada a las trompas de Falopio. De nuevo, la ovulación les ayudará, produciendo contracciones del útero y de la trompa de Falopio que alberga al óvulo, facilitando el movimiento de los espermatozoides hacia la zona correcta, no sin antes dejar más caídos por el camino. Pero también aquí se encuentran con otro peligro. Para el útero de la mujer, los espermatozoides son células invasoras que pueden causar daño y enfermedades y, como tal, los atacan sin piedad, enviando miles de leucocitos a su encuentro con un sólo objetivo: caer sobre ellos, encapsularlos y, a la larga, matarlos. Solamente unos pocos cientos corredores de los 250-300 millones que comenzaron la carrera, llegarán a la recta final de las trompas de Falopio.

  Sin embargo, no todos son bien recibidos en este último tramo. Los espermatozoides deben nadar con determinadas características para entrar a las trompas de Falopio, los que lo hagan de forma errante, quedarán fuera. Además posee potencialmente un sistema de reconocimiento celular, donde solo los espermatozoides con las moléculas adecuadas podrán pasar. Pero una vez que pasan esta barrera, ya está casi todo hecho. Las trompas de Falopio tienen un ambiente agradable para los espermatozoides, con un pH adecuado, concentración correcta de iones y hasta nutrientes de los cuales pueden surtirse. Sin embargo, algunos espermatozoides, ya agotados por el viaje, quedan varados en las paredes de las trompas, incapaces de acabar la carrera. Solo unas pocas decenas serán candidatos para ganar la carrera.


Llegada a la meta: perdura por siempre o muere en el intento.

  Ya a escasos centímetros de la línea de meta (el óvulo), los pocos espermatozoides que aún se encuentran con fuerzas para conseguir su objetivo final, recibirán señales químicas del óvulo, que les servirá para orientarse y saber hacia dónde tienen que nadar. Dónde se encuentra su premio. Es entonces cuando los corredores experimentan una hiperactividad frenética,en un proceso conocido como capacitación, donde liberan capas de proteínas, nadando a marchas forzadas a modo de sprint final en busca de la inmortalidad o, por el contrario, un final muy triste al haber llegado tan lejos para nada. 


   Finalmente encuentran el óvulo. Pero éste se va a resistir y no permitirá que cualquiera que llegue sea el campeón, y para ello se encuentra envuelto en varias capas de células que lo protegen y dificultan la entrada del ganador, conocida como zona pelúcida. De los casi 300 millones de espermatozoides que comenzaron la carrera, cerca de una docena llegaron a tocar el trofeo, pero sólo uno de ellos va a ser capaz de entrar y mezclar su material genético, sobreviviendo así, dándole la vida a un nuevo ser humano. Para ello,deberá usar unas enzimas hidrolíticas que contiene su acrosoma, destruyendo su cabeza para ello, pero con lo que conseguirá abrirse hueco en la envuelta del óvulo y convirtiéndose en el único ganador de la intensa y peligrosísima carrera. Una vez éste entre, los pocos corredores que intentaban abrir su entrada, ya pueden cesar su actividad, porque el óvulo se cerrará a cal y canto impidiendo una nueva entrada, condenándolos a ellos también a una futura muerte, que les ha llegado a pocos segundos de conseguir la gloria y la supervivencia.



   Como vemos, en condiciones óptimas es muy difícil sortear todos los obstáculos que la vagina pone para evitar el paso de los espermatozoides, con éxito, pues se carga casi 300 millones de espermatozoides en unas pocas horas. Aún así, siempre puede haber un atleta impresionante que destaque y no se rinda hasta conseguir su objetivo. Eso sí, lo que está casi demostrado (y no necesito estudios para ello, vosotros me daréis la razón) es que cuanto menos se desea que esto ocurra, puf, sale un campeón del testículo y llega a la meta.

   ¿Ya sabíais los peligros que corre un espermatozoide cada vez que sale del pene en la eyaculación?



Tomada de:  http://sciencuriosities.blogspot.mx/2013/09/la-odisea-del-espermatozoide.html