jueves, 30 de agosto de 2018

Vitamina C

Si la garganta se siente rasposa y un cosquilleo molesta detrás de la nariz es casi seguro un resfriado. Ante esta amenaza, mucha gente se administra una buena dosis de vitamina C, con la esperanza de que esto evite la gripe o al menos que aminore sus síntomas y duración.

Esta costumbre empezó a adoptarse en el decenio de 1960, después de que un muy respetable científico, el premio Nóbel de Química, Linus Pauling, asegurara que grandes dosis de vitamina C (1,000 mg diarios) estimulaban al sistema inmunitario y podían prevenirse catarros y resfriados.
Muchos estudios clínicos se han realizado desde entonces para sustentar científicamente lo dicho por Pauling. Recientemente, unos investigadores han llevado a cabo una revisión exhaustiva de estos estudios y no han encontrado nada que sustente dicha práctica. El dato más positivo indica que con el consumo diario de dosis elevadas la duración del resfriado se reduce en los adultos en un ocho por ciento.

Sin embargo, también encontraron que si las personas que ingieren estas dosis se someten a un intenso estrés por temperaturas bajas extremas o grandes esfuerzos físicos, como el caso de los montañistas, esquiadores o maratonistas, los riesgos del resfriado decrecen en un 50 por ciento.

A Linus Pauling se lo recordará siempre como el gran químico que explicó la naturaleza del enlace entre los átomos y la estructura molecular de algunas proteínas, pero también como promotor de la venta de millones de tabletas de vitamina C.

sábado, 25 de agosto de 2018

¿Cenar engorda?

Es posible que a muchos de los que, por estar gordos, se sienten un poco desdichados cuando se miran en el espejo por delante y por detrás, aún les resuene en los oídos el consejo de la abuela: desayuna como un rey, almuerza como un príncipe y cena como un mendigo. ¿Es realmente una sencilla fórmula para reducir las calorías y por fin poder volver a abrocharse el botón de los vaqueros sin problemas? Al fin y al cabo, tal o cual preparador físico asegura también, asintiendo alentadoramente con la cabeza, que uno consigue enseguida las medidas de ensueño que anhela solo con evitar las cenas tardías, y todas las top models del mundo juran que deben su delgada figura a haber renunciado a las calorías vespertinas. Así que ¿cómo no va a ser verdad, si lo afirman tres instancias tan importantes, que cenar engorda o —lo que es más decisivo aún— dejar de cenar adelgaza?



Pero por desgracia la abuela, el entrenador y la modelo están equivocados. Lograr la figura soñada sólo privándose de tomar alimentos después de las ocho de la tarde es una ilusión. Diversos estudios han demostrado claramente que las calorías que se ingieren por la noche no se depositan más ni menos que las que se consumen durante el día. De noche, nuestro aparato digestivo trabaja más lentamente pero no de una manera esencialmente distinta, y nuestro cuerpo puede utilizar también al día siguiente las calorías que le suministramos a última hora de la tarde.
 El secreto para adelgazar, pues, no está en cuándo comemos sino exclusivamente en qué y, sobre todo, cuánto comemos. Lo decisivo es la cantidad total de calorías ingeridas cada día, no la hora. Si fuera de otro modo, los europeos del sur, que tradicionalmente cenan muy tarde, padecerían todos de sobrepeso, y no es así.
A pesar de todo, y para quienes estén dispuestos a seguir una dieta, en el consejo de la abuela hay una pizca de verdad. En Alemania, la cena es más copiosa que el desayuno o la comida del mediodía, pues a la hora de cenar tenemos más tiempo. A menudo se trata de una ocasión relajada y divertida, y sin darnos cuenta comemos más de lo realmente necesario y puede que además bebamos cerveza o vino. Y después de cenar la gente se sienta a ver la televisión con sus patatas fritas y su chocolate, cosas que a la hora de picar se sitúan muy por delante de las hortalizas y las tostaditas. En resumen, por la noche no mostramos precisamente una actitud propicia a reducir calorías. Por eso, en la cena más que en otras comidas, y especialmente después, debemos prestar atención a lo que comemos y sobre todo a la cantidad.



Pero no hace falta pasar hambre. ¡Al contrario! Muchos nutricionistas desaconsejan hacer solamente dos comidas copiosas al día y propugnan que se hagan cuatro o cinco pequeñas. Aunque esto no tiene un efecto directo en el éxito o fracaso de las dietas, pues lo único que cuenta, como hemos dicho, son las calorías totales ingeridas en el día con independencia del número de comidas, sí ayuda a evitar los ataques de hambre.

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Quien por la noche quiera hacer por su peso anhelado algo más que suprimir las patatas fritas, mejor que someterse a una dieta cero debe ponerse a hacer deporte. El ejercicio regular hace desaparecer los kilos más deprisa y, sobre todo, más eficazmente que pasando hambre cada noche, pues con el deporte aumentan los requerimientos de energía del organismo. Las calorías se gastan rápidamente y ya no pueden acumularse en forma de grasa en la cintura.



domingo, 12 de agosto de 2018

Mejor mascar chicle a la vez que caminamos para reducir peso

El hecho de masticar chicle mientras caminamos podría favorecer la pérdida de peso, sobre todo en los hombres, a la luz de los resultados de un nuevo estudio realizado por investigadores japoneses expertos en Ciencias del Deporte. El estudo ha sido publicado en Journal of Phsysical Therapy Science.
Lo que ocurre, al parecer, es que si se masca chicle mientras se camina, se tiende a caminar más rápido. Algo similar a lo que ocurre cuando escuchamos música con ritmo rápido.

El estudio

En el estudio se analizaron a las constantes de 46 voluntarios, de entre 21 y 69 años, a quienes se solicitó que caminaran al ritmo que solían seguir habitualmente durante 15 minutos. A unos se les indicó que masticaran un chicle mientras lo hacían. A otros, no, solo que ingerieran los mismos componentes del chicle (sin mascarlo), que equivalían a unas tres calorías.
El resultado fue que el ritmo cardíaco era significativamente más alto en todos los participantes que habían masticado chicle durante el estudio, y en los mayores de 40, el gasto energético era también mayor. Además, daban más pasos y llegaban más lejos.
Además, maschar chicle puede ayudar a controlar el hambre en una dieta hipocalórica: masticar chicle sin azúcar con un sabor fuerte reduce el ansia de picotear, y además consigue que si comemos algo, esto tenga un sabor menos agradable debido a los restos de sabor del chicle. Y además, el chicle sin azúcar permite calmar la ansiedad mediante la ingesta de un producto “dulce” sin azúcar ni calorías.

jueves, 2 de agosto de 2018

¿A cuánto está el horizonte?

¿A cuánto está el horizonte?

Cuando estamos en la orilla del mar y miramos a lo lejos, observamos la línea que separa mar y cielo: es lo que llamamos horizonte. ¿Alguna vez te has preguntado a qué distancia está realmente?

Usando el Teorema de Pitágoras, podemos hallarlo. Veamos cómo:

Representación de una persona mirando al horizonte y la forma geométrica que se genera

Podemos suponer que el horizonte es el punto de corte de una recta tangente a la Tierra que parte de nuestros ojos, como se muestra en el dibujo. Sabemos que el radio de la Tierra es de 6.371 Km, y que éste es perpendicular a la recta tangente como se puede observar en el dibujo, y por tanto forma un ángulo de 90º con él. Así tenemos:

Medidas del triángulo que se forma durante la observación del horizonte

Llamaremos h a la altura de la visual del observador, d a la distancia al horizonte, y r al radio terrestre en ese punto del globo.

En este hipotético triángulo rectángulo, la hipotenusa mide r + h. Los otros dos catetos miden d y r. Por tanto, usando el Teorema de Pitágoras, tenemos que:


A partir de esta fórmula, y conociendo la estatura del observador, así como el radio de la Tierra, podremos saber la distancia al horizonte.

Para r = 6371000 m y para h = 1,80 m, tenemos que d = 4,79 Km aproximadamente.

¡ENTONCES EL HORIZONTE ESTÁ A UNOS 5 KM DE NOSOTROS!

Eso sí, la Tierra no es completamente redonda: está achatada por los polos. Entonces, ese radio será variable, aumentando en el ecuador y disminuyendo al aumentar la latitud.

La próxima vez que estés contemplando una hermosa puesta de Sol en la playa, lo primero: disfrútala. Luego ya si eso acuérdate de esta entrada y compártela. 

Gracias al blog: "Ciencia como nunca"