La creencia de que la música nos ayuda a resolver tareas difíciles e, incluso, que da alas a nuestra creatividad se encuentra muy arraigada. Pero un a creencia de que la música nos ayuda a resolver tareas difíciles e, incluso, que da alas a nuestra estudio dirigido por Emma Threadgold, de la Universidad de Central Lancashire, pone en duda dicha suposición: la música de fondo parece ser un obstáculo cuando se trata de solventar problemas. Threadgold y su equipo propusieron a los participantes de la investigación la siguiente tarea: mostraron a cada uno de ellos tres palabras y les pidieron que encontraran una cuarta que estuviera relacionada con las anteriores. Por ejemplo, podían asociar las palabras inglesas dress, dial y flower, con el término sun, para formar, respectivamente, los vocablos sundress («vestido de verano»), sundial («reloj de sol»), y sunflower («girasol»).
Algunos probandos realizaron la tarea en una sala silenciosa; otros, en una biblioteca con sonidos de fondo a bajo volumen, y los demás participantes escucharon música mientras resolvían el ejercicio. El experimento demostró que las personas que tuvieron que llevar a cabo la prueba con música de fondo obtenían peores resultados, independientemente de que se tratase de una pieza instrumental, una canción con la letra en un idioma extranjero o una melodía conocida. Tampoco influía si a los participantes les gustaban los temas o si solían trabajar o estudiar con mú sica de fondo.
Los científicos sospechan que los sonidos perturban la memoria operativa verbal. Sin embargo, para
otros ruidos de fondo, como los que pueden existir en una biblioteca, dicha hipótesis parece no sostenerse, pues no repercutieron en el rendimiento de los probandos.
Applied Cognitive Psychology, 10.1002/acp.3532, 2019
Blog dedicado a expresar reflexiones, poemas, cuentos,algo de ciencia y cosas que me pasan por la cabeza.
domingo, 29 de diciembre de 2019
domingo, 3 de noviembre de 2019
Lanza la NASA módulo de la UNAM y el IPN
El objetivo de estos vuelos es validar la tecnología que más adelante se pondrá en órbita
La NASA lanzó a la estratosfera un módulo de instrumentación electrónica desarrollado por especialistas de la UNAM y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). El objetivo es validar, en condiciones de espacio cercano, la tecnología que más adelante se pondrá en órbita para contribuir al estudio y caracterización de la ionosfera.
Los vuelos estratosféricos en globo son mucho más fáciles de hacer y de menor costo, por lo que la instrumentación electrónica se prueba antes, con la idea de que forme parte de nanosatélites tipo CubeSat, que se enviarán a la ionosfera, explicó Rafael Prieto Meléndez, técnico académico del Instituto de Ciencias Aplicadas y Tecnología (ICAT).
Para tomar mediciones
El maestro en Ingeniería detalló que el módulo contiene instrumentación básica, principalmente la computadora de a bordo y algunos sensores (de temperatura, presión y humedad), así como un GPS para tomar datos y hacer el proceso de adquisición y registro de las señales que se producen en el vuelo. El equipo también contiene sensores de movimiento inercial, que incluyen acelerómetros, giróscopos y magnetómetros.
“Queremos tomar mediciones que ayuden a caracterizar el plasma que forma a la ionosfera y ver cómo le afectan diversos factores externos, como el clima espacial y la actividad solar, y cómo se relaciona con diversos fenómenos que ocurren en la Tierra. Pretendemos conocer las perturbaciones que tiene la ionosfera.”
El globo lanzado por la agencia espacial de Estados Unidos, que llegó a una altura máxima de 38.5 kilómetros, llevaba colgando una góndola con tres experimentos científicos, dos de universidades estadunidenses y uno mexicano. “Para participar en esta misión sometimos nuestra propuesta a la NASA, ellos la evaluaron, consideraron que era pertinente y fuimos seleccionados para participar”, resaltó el universitario.
Desde hace casi cuatro años, el ICAT y el Centro de Desarrollo Aeroespacial (CDA) del IPN colaboran en este proyecto en el que generan instrumentación espacial, sobre todo satélites tipo CubeSat, orientados al estudio y caracterización de la ionosfera, esa parte de la atmósfera ubicada entre 80 y 400 kilómetros de altitud, una región siempre ionizada debido a los efectos de la radiación solar.
Módulo de carga útil
El módulo de carga útil EMIDSS-1 (Experimental Module for Iterative Design for Satellite Subsystems, versión 1), resultado de una colaboración entre el ICAT y el CDA, fue elegido para ser integrado dentro de la plataforma suborbital 11 MCF #697N. En septiembre pasado, en un exitoso vuelo que tuvo una duración de casi cinco horas, fue lanzado a la estratosfera desde la base del programa CSBF (Columbia Scientific Balloon Facility) de la NASA, ubicada en Fort Sumner, Nuevo México, Estados Unidos.
El viaje en globo sometió a los equipos a condiciones de espacio cercano, que son similares a las que tendrán a alturas mayores cuando estén en órbita. “Nuestro objetivo inmediato es caracterizar y validar los sistemas que desarrollamos, y cuando estén listos, el siguiente paso será poner la instrumentación en un satélite y lanzarlo a la ionosfera”, resumió Prieto Meléndez.
El equipo está diseñado para formar parte de un satélite tipo CubeSat y por ello sus dimensiones son pequeñas: 10x10x20 centímetros, contando con una estructura metálica y una protección térmica; su peso es menor a un kilogramo y medio.
domingo, 27 de octubre de 2019
El avión espacial del Pentágono aterriza tras su misteriosa misión de 780 días
La pequeña nave no tripulada X-37B transporta «experimentos» tecnológicos y pequeños satélites, según autoridades militares de EE.UU.
El avión espacial no tripulado X-37B, de la Fuerza Aérea de los EE.UU., ha aterrizado este domingo en el Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida después de pasar un récord de 780 días en órbita haciendo no sé sabe qué, al menos con certeza. El objetivo de su quinta misión, denominada OTV-5, se ha mantenido en secreto como el resto, aunque las autoridades parecen cada vez más abiertas a dar detalles del proyecto y han reconocido que transporta experimentos tecnológicos y pequeños satélites.
X-37B es un miniavión con energía solar construido por Boeing y desarrollado originalmente por la NASA para servir como banco de pruebas de tecnología para futuras naves espaciales reutilizables y para realizar experimentos operativos que pueden ser devueltos y examinados en tierra. Recuerda mucho a una versión en miniatura de un transbordador espacial, por lo que es popularmente conocido como «Baby-shuttle». La nave mide casi 9 metros de largo, 3 metros de altura y 4,5 de ancho. Dentro cabe, más o menos, lo que puede caber en una camioneta. Su trayectoria ha sido varias veces identificada por astrónomos aficionados, entusiasmados por poder cazarlo en el espacio.
Originalmente, el avión fue diseñado para pasar hasta 240 días en órbita, pero ha logrado superar ese objetivo con creces. Fue lanzado por primera vez en un cochete Falcon 9 de SpaceXel 7 de septiembre de 2017, y desde entonces ha completado cinco vuelos. Este último ha sido el más largo.
Con este aterrizaje exitoso, la misión OTV-5 rompió el récord anterior de la misión OTV-4, que pasó 718 dando vueltas alrededor de la Tierra hasta mayo de 2017. OTV-5 es la segunda misión de X-37B en aterrizar en instalaciones de la NASA después de OTV-4. Las misiones anteriores finalizaron en la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea en California.
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sábado, 19 de octubre de 2019
Las mujeres de la tabla periódica
La química alemana Ida Noddack, que abandonó un puesto en la industria para investigar los elementos, participó en el descubrimiento del renio. [ARCHIVOS DE LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LOVAINA]
La historia de la clasificación de docenas de elementos en una tabla periódica no se ciñe a una persona ni a un momento en el tiempo. Los científicos habían clasificado y predicho la existencia de los elementos antes de que Dimitri Mendeléiev propusiera su esquema en 1869, y siguieron haciéndolo después. Fueron muchos los que trabajaron para descubrir y explicar el comportamiento de las nuevas sustancias. Los gases nobles, la radiactividad, los isótopos, las partículas subatómicas y la mecánica cuántica todavía no se habían descubierto a mediados del siglo XIX.
Para celebrar el Año Internacional de la Tabla Periódica, dedicamos este artículo a algunas de las mujeres que revolucionaron nuestra concepción de los elementos. Marie Curie es la más famosa, por sus investigaciones sobre la radiactividad y el descubrimiento del radio y el polonio, que le valieron el Nobel en dos ocasiones. La mayoría, sin embargo, son poco conocidas. Tampoco suele apreciarse la tenacidad y diligencia que requiere el trabajo experimental, la valoración de datos y la reconsideración de las teorías vigentes.
Demostrar la existencia de un nuevo elemento no es tarea fácil. El primer paso consiste en detectar una actividad inusual; un comportamiento químico o una propiedad física (las emisiones radiactivas y las líneas espectrales, por ejemplo), que no se corresponda con la de ningún elemento conocido. Luego hay que aislar el nuevo elemento, o un compuesto de él, en cantidades lo suficientemente grandes como para poder pesarlo y convencer a la comunidad científica.
Descubrir y ordenar
Marie Curie no andaba a la búsqueda de nuevos elementos cuando inició su tesis doctoral sobre los «rayos del uranio», en 1897. Quería explorar la radiactividad, un fenómeno descubierto por Henri Becquerel en 1896. Pero sospechó de la existencia de otros elementos al observar que la radiactividad de la pechblenda, un mineral de uranio, era superior a la que cabía esperar de su contenido en uranio. Su marido Pierre se incorporó entonces a las investigaciones.
En 1898 identificaron las líneas espectrales de dos nuevos elementos: el radio y el polonio. Sin embargo, les llevó más de tres años pulverizar, disolver, hervir, filtrar y cristalizar toneladas de pechblenda para extraer tan solo 0,1 gramos de un compuesto de radio. La extracción del polonio sería aún más difícil, porque su vida media es más breve. En 1903, Pierre y Marie Curie compartieron el premio Nobel de física con Henri Becquerel por el descubrimiento de la radiactividad, y en 1911 Marie recibió un segundo Nobel por el descubrimiento del radio y el polonio y por la concentración y el estudio del radio.
Ubicar un elemento en la tabla periódica requiere establecer su peso atómico y sus propiedades químicas. El radio, por ejemplo, se comporta de modo muy similar al bario, pero su peso atómico es mayor, así que se sitúa justo debajo del bario. Determinar el peso atómico es difícil porque exige disponer de sustancias puras.
Cuesta distinguir elementos de peso y carácter similares. Poco después de elaborar su tabla, Mendeléiev propuso a la química rusa Julia Lermontova refinar los procesos de separación de los metales del grupo del platino (rutenio, rodio, paladio, osmio, iridio y platino), como paso previo a su ordenación. Solo sabemos de su trabajo a través del archivo y la correspondencia de Mendeléiev. Lermontova estudió química en Heidelberg con Robert Bunsen (descubridor del cesio y el rubidio en 1860, junto con Gustav Kirchhoff, con el espectroscopio que acababan de inventar), y fue la primera mujer que obtuvo un doctorado en química en Alemania, en 1874.
Establecer el peso atómico era, asimismo, crucial para identificar las series de desintegración radiactivas y distinguir entre nuevos elementos y las variedades de elementos conocidos. El concepto de isótopo solucionó el problema planteado por el descubrimiento de numerosos elementos para los que en apariencia no había espacio en la tabla periódica. Aunque el químico británico Frederick Soddy introdujo el concepto en 1913, fue la médica Margaret Todd quien propuso el término, que en griego significa «el mismo lugar».
La química polaco-judía Stefanie Horovitz, del Instituto de Radio de Viena, aportó la prueba experimental de la existencia de isótopos. Un elemento tan común como el plomo presentaba distintos pesos atómicos, según si procedía de la desintegración radiactiva del uranio o de la del torio.
También era problemática la naturaleza de una curiosa «emanación» del radio. ¿Era una partícula o un gas? La física canadiense Harriet Brook resolvió el problema junto con su director de tesis, Ernest Rutherford, en la Universidad McGill de Montreal. En 1901, Brooks y Rutherford mostraron que la emanación se difundía como un gas pesado y aportaron la primera prueba de que la desintegración radiactiva producía nuevos elementos. En 1907, William Ramsay sugirió que el gas, al que se denominaría radón, pertenecía al «grupo de los elementos del helio», que hoy conocemos como gases nobles.
En 1902, Rutherford y Soddy anunciaron su teoría de la desintegración radiactiva, según la cual los átomos se transmutan espontáneamente en nuevos átomos con la emisión de radiación. Si bien Rutherford obtuvo el Nobel de química de 1908 por estas investigaciones, la crucial contribución inicial de Brooks apenas ha sido reconocida. Tras publicar conjuntamente un primer artículo, el siguiente, en Nature, lo firmó Rutherford, que se limitó a indicar en los créditos la asistencia de Brooks. Como mujer de ciencia, Brooks tuvo dificultades, especialmente tras casarse, para obtener puestos estables y desarrollar sus investigaciones.
Al fondo de la materia
A todo esto, no dejaban de producirse avances en la comprensión del núcleo atómico. En 1918, la física Lise Meitner y el químico Otto Hahn descubrieron en Berlín el elemento 91, el protactinio. Meitner era austríaca y, tras completar su doctorado, había buscado en Alemania una oportunidad profesional. En 1907 fue admitida como colaboradora no remunerada de Hahn en el departamento de química de la Universidad de Berlín. Tuvo que trabajar en el sótano porque las mujeres no podían acceder al edificio principal. En 1913, cuando Hahn se incorporó al Instituto Emperador Guillermo de Química en Berlín-Dahlem, Meitner fue nombrada «asociada» del instituto.
Hahn y Meitner descubrieron el protactinio en el curso de una investigación sobre la «sustancia madre» de la serie de desintegración del actinio. Otros científicos perseguían el mismo objetivo e, inevitablemente, se produjeron disputas de prioridad. El descubrimiento fue atribuido a Meitner y Hahn porque concentraron el nuevo elemento en mayor cantidad y lo caracterizaron de forma más completa que sus competidores.
También el renio (elemento número 75) fue descubierto conjuntamente en 1925 en Berlín por la química alemana Ida Noddack y su marido, el también químico Walter Noddack, junto con Otto Berg, de la empresa de ingeniería eléctrica Siemens–Halske. Ida Tacke, que adoptaría el apellido de su marido, dejó un puesto en la industria química para ir a la caza de elementos. En 1925 se incorporó en calidad de investigadora no remunerada al Instituto Físico-Técnico Imperial de Berlín, donde Walter Noddack dirigía el departamento de química. Los Noddack tuvieron que emplearse a fondo para producir cantidades ponderables de renio, así denominado por el Rin. Es uno de los elementos más raros de la Tierra y no es radiactivo.
Los Noddack reclamaron asimismo el descubrimiento del elemento 43, al que denominaron masurio por la región de Masuria, en Polonia. Pero no consiguieron replicar las líneas espectrales ni aislar la sustancia. Las técnicas de la «química húmeda» no eran apropiadas para la identificación de este elemento, el primero en ser producido artificialmente, en 1937, y que recibiría el nombre de tecnecio.
A diferencia de Marie Curie, cuyas contribuciones fueron reconocidas y que tras la muerte de Pierre ocupó su cátedra en la Universidad de París, Ida Noddack trabajó como invitada en el laboratorio de su marido durante la mayor parte de su carrera. Esta es una de las razones por las que no se tomó en serio su sugerencia, en 1934, de que el núcleo podía partirse, un proceso que hoy denominamos fisión.
Los descubrimientos del neutrón, en 1932, y de la radiactividad artificial, en 1934, abrieron una nueva línea de investigación: la fabricación de elementos en el laboratorio mediante el bombardeo de átomos con partículas. En 1934, el físico Enrico Fermi y sus colaboradores en la Universidad de Roma anunciaron que habían producido los elementos 93 y 94 tras bombardear uranio con neutrones. Ida Noddack señaló en un artículo en Angewandte Chemie que Fermi no había demostrado que no se hubieran producido elementos más ligeros. «Es concebible», argumentó, «que el núcleo se haya dividido en varios fragmentos grandes». Los físicos la ignoraron.
Sin embargo, en 1938, Meitner y Hahn demostraron que el bario se encontraba entre los productos de las reacciones estudiadas por Fermi y que el núcleo se había partido. Para entonces, a falta de meses para que estallara la Segunda Guerra Mundial, Meitner, de ascendencia judía, había huido a Suecia. Pese a que sus cálculos habían convencido a Hahn de la fisión del núcleo, este no la incluyó como coautora al publicar los resultados en 1939, y en 1945 no aprovechó el discurso de aceptación del Nobel de química de 1944 para reconocer el papel de Meitner.
La mayoría de estas pioneras colaboraron con colegas masculinos, y no es fácil distinguir sus contribuciones. La física francesa Marguerite Perey es una excepción: se la considera la única descubridora del elemento 87, el francio, en 1939. Se incorporó al instituto de Marie Curie en París a los 19 años como técnica de laboratorio, bajo la dirección de Irène Joliot-Curie y André Debierne. Ambos le pidieron, independientemente, que midiera con precisión la vida media del actinio 227. En el curso de este delicado procedimiento técnico, identificó el nuevo elemento. Al no ponerse de acuerdo sobre quién dirigía a Perey, ninguno de ellos pudo reclamar un papel en el hallazgo. Perey acabaría dirigiendo el departamento de química nuclear de la Universidad de Estrasburgo, y en 1962 se convirtió en la primera mujer escogida como miembro correspondiente de la Academia de las Ciencias francesa. Pese a que no había ninguna regla que excluyera la elección de mujeres, la Academia no admitiría una mujer como miembro de pleno derecho hasta 1979.
El francio fue el último elemento natural en ser descubierto. Actualmente, el hallazgo de nuevos elementos requiere grandes equipos, aceleradores de partículas e importantes presupuestos [véase «Disputas en la tabla periódica», por Edwin Cartlidge; Investigación y Ciencia, mayo de 2019]. El significado de elemento químico ha cambiado. Si para Mendeléiev era una sustancia estable incapaz de transmutarse, hoy incluye especies isotópicas que existen apenas unos milisegundos.
Mediante esas técnicas, la química estadounidense Darleane Hoffman llevó a cabo un avance monumental a principios de los años setenta. Demostró que el fermio 257 se fisionaba espontáneamente, no solo al ser bombardeado con neutrones. También descubrió el plutonio 244 natural. Fue la primera mujer que dirigió una división científica en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, en Nuevo México, donde se formaron generaciones de científicas. Una de ellas, Dawn Shaughnessy, es la investigadora principal de un proyecto sobre elementos pesados del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore en California, en el marco del cual se han descubierto seis elementos (del número 113 al 118).
Usar los elementos
Muchas otras mujeres han contribuido a ampliar nuestro conocimiento sobre los elementos. Tras el aislamiento del flúor por el químico francés Henri Moissan en 1886, un equipo de mujeres (entre ellas, Carmen Brugger Romaní y Trinidad Salinas Ferrer) trabajó con José Casares Gil en la Universidad de Madrid en los años 1920 y principios de 1930 en el estudio de las propiedades terapéuticas y la presencia en las aguas minerales de este elemento. Cuando tuvieron que dejar las investigaciones como consecuencia de la Guerra Civil (1936-1939), el trabajo de estas mujeres fue incorporado a la bibliografía de Casares.
La química Reatha C. King fue la primera mujer afroamericana que trabajó en la Oficina Nacional de Estándares de los Estados Unidos, en Washington. En los años sesenta estudió la combustión de mezclas gaseosas de flúor, oxígeno e hidrógeno. La alta reactividad del flúor sugería su uso en la propulsión de cohetes. Algunas mezclas eran tan explosivas que requerían técnicas y aparatos especiales, que King diseñó y fueron adoptadas por la NASA.
En la década de 1910, la médica estadounidense Alice Hamilton demostró la toxicidad del plomo y los riesgos que entrañaba para la población y los trabajadores de la industria metalúrgica. Su trabajo obligó a las compañías de seguros y a las empresas a adoptar medidas de protección y compensar a los damnificados. También organizó acciones sociales para que se reconocieran las enfermedades laborales relacionadas con otros metales pesados, como el mercurio. En 1919 se convirtió en la primera profesora nombrada por la Universidad Harvard. Ya en 1925 se pronunció contra la adición de plomo a la gasolina.
La técnica japonesa-estadounidense Toshiko «Tosh» Mayeda era en los años 1950 una experta en la medida de los radioisótopos del oxígeno. Había empezado su carrera limpiando los recipientes de vidrio del laboratorio de Harold C. Urey en la Universidad de Chicago, pero pronto se hizo cargo de los espectrómetros de masa. Contribuyó a la medida de la proporción de isótopos de oxígeno en conchas marinas fosilizadas, a fin de deducir la temperatura de los océanos prehistóricos, y extendió el uso de este método a los meteoritos.
Como estadounidense de ascendencia japonesa, Mayeda fue confinada en un campo de internamiento tras el ataque a Pearl Harbor del 7 de diciembre de 1941, y tuvo que hacer frente a la discriminación. Contando solo con un título de graduada en química, sus contribuciones podían haber sido invisibilizadas, como las de tantas técnicas. Afortunadamente, Mayeda recibió el apoyo de sus superiores y su nombre apareció en las publicaciones junto al de doctores y catedráticos.
Ampliar la perspectiva
Como ocurre con los descubrimientos científicos, la recuperación de la historia de todas estas mujeres de ciencia ha sido un trabajo de equipo en el que han participado Gisela Boeck, John Hudson, Claire Murray, Jessica Wade, Mary Mark Ockerbloom, Marelene Rayner-Canham, Geoffrey Rayner-Canham, Xavier Roqué, Matt Shindell e Ignacio Suay-Matallana.
El estudio de las mujeres que han contribuido al desarrollo de la química ofrece una perspectiva más amplia del descubrimiento científico y de las personas que participan en él, desde ayudantes y técnicos no asalariados a líderes de grandes laboratorios. En este año de celebración de la tabla periódica, es esencial reconocer los esfuerzos individuales y colectivos que nos han permitido construirla y siguen dándole forma.
sábado, 12 de octubre de 2019
Graban por primera vez a cerdos usando herramientas
Las observaciones podrían apuntar a una nueva habilidad cognitiva que no se había documentado en cerdos, cuya inteligencia ya es conocida.
Un día de octubre de 2015, la ecóloga Meredith Root-Bernstein observaba una familia de cerdos verrugosos en un zoo parisino cuando algo le llamó la atención.
Uno de los cerdos verrugosos o jabalíes de las Bisayas —Sus cebifrons, una especie en peligro de extinción autóctona de las Filipinas— cogió un trozo de corteza con la boca y empezó a excavar con él, empujando la tierra hacia los lados. «Dije: “Hala, cómo mola”. Cuando busqué el uso de herramientas en cerdos, no encontré nada», cuenta Root-Bernstein, investigadora visitante del Museo del Hombre de París y exploradora de National Geographic.
Intrigada, la científica regresó con frecuencia durante los meses siguientes para ver a los animales del Jardin des Plantes e intentar observar ese comportamiento de nuevo, aunque sin éxito. Tenía la hipótesis de que lo que había visto estaba vinculado a la construcción de nidos, algo que los cerdos acostumbran a hacer cada seis meses para prepararse para la llegada de las crías. Como era de esperar, la primavera siguiente un colega regresó al recinto de los cerdos verrugosos y grabó a tres de los cuatro animales empleando herramientas para completar su nido, un hoyo de tierra lleno de hojas.
Aunque muchas especies silvestres usan herramientas —como los chimpancés, los cuervos o los delfines—, nadie ha documentado este fenómeno en ninguna de las 17 especies de jabalíes y cerdos. Esto sorprendió a Root-Bernstein, sobre todo teniendo en cuenta que la inteligencia de la familia Suidae es sabida y conocida.
Pero como los jabalíes están tan poco estudiados y, en muchos casos, en peligro de extinción o en peligro crítico de extinción, quizá no resulte tan raro que este comportamiento haya evadido los ojos humanos, según cuenta Root-Bernstein, cuyo estudio se publicó en septiembre en la revista Mammalian Biology.
Explica que el uso de herramientas es un tema de estudio particularmente fascinante porque es un rasgo compartido con los humanos que además puede poner de manifiesto una historia evolutiva común. «Nos acerca a los animales y hace que nos demos cuenta de que todo está conectado», afirma.
Secuencia de acontecimientos
Para la investigación, Root-Bernstein y sus colegas filmaron a los cerdos verrugosos padres y sus dos crías empleando herramientas en cuatro ocasiones en 2016 y otras siete en 2017. Como creían que podrían preferir herramientas más fáciles de empuñar, el equipo introdujo cuatro espátulas de cocina en el recinto, aunque solo se usó una espátula en dos ocasiones.
El equipo advirtió que los animales —particularmente la madre, Priscilla— siempre empleaban herramientas en medio del proceso de construcción de nido. Según Root-Bernstein, esta secuencia constante, combinada con el hecho de que las herramientas podían mover físicamente la tierra, cumple la definición científica de uso de herramientas: «El ejercicio de control sobre un objeto externo libremente manipulable (la herramienta) con la meta de (1) alterar las propiedades físicas de otro objeto, sustancia, superficie o medio... mediante la interacción mecánica dinámica o (2) mediar en el flujo de información».
Los científicos sospechan que Priscilla podría haber aprendido a utilizar la herramienta por sí sola y habría transmitido ese conocimiento a su pareja y sus crías.
Root-Bernstein reconoce que su conjunto de datos es reducido y que su conducta se produjo en cautividad, situación que puede hacer que los animales actúen de forma distinta que en estado silvestre. Sin embargo, indica que la mayoría de los comportamientos inducidos por la cautividad se caracterizan por la repetición frecuente —como dar vueltas en el recinto—, pero que este uso de herramientas era escaso y solo se producía en el contexto específico de la construcción del nido.
El estudio de jabalíes salvajes
Root-Bernstein añade que es muy posible que los cerdos verrugosos silvestres también usen herramientas. Fernando «Dino» Gutiérrez, presidente de la organización de conservación filipina sin ánimo de lucro Talarak Foundation, Inc., que trabaja para proteger a estos animales, está de acuerdo.
Hace unos años, Gutiérrez presenció cómo un grupo de cerdos verrugosos empujaba rocas hacia una valla eléctrica para probarla. «En cuanto empujan y las rocas la tocan, esperan a escuchar el clic o la ausencia de este», explicó por email. «El clic significa que la valla está caliente, así que retroceden y no cruzan; la ausencia de sonido significa que es seguro investigar qué hay más allá de la valla».
Son «unos bichos muy inteligentes», afirma.
UN EQUIPO DE INVESTIGADORES CONSIGUE GRABAR AL MISTERIOSO HILÓQUERO
Al fin se ha conseguido estudiar al hilóquero. Irónicamente, los humanos rara vez ven al cerdo más grande del mundo, en parte porque suelen cazarlos por su carne. El explorador de National Geographic Rafael Reyna-Hurtado lleva años siguiendo a los animales de 270 kilogramos en Uganda. Puso cámaras trampa en lugares estratégicos en zonas fangosas, suponiendo que los cerdos pararían para refrescarse. Funcionó. Este es un vídeo inusual del hilóquero, que tiene pelo negro corto, colmillos afilados y pómulos prominentes. Su papel en los bosques es importante, ya que cortan plantas herbáceas y son presa de leopardos y leones. Sin embargo, el número de ejemplares disminuye, sobre todo por la caza furtiva y la fragmentación de hábitat.
Rafael Reyna-Hurtado, explorador de National Geographic y ecólogo de fauna silvestre que estudia al hilóquero africano, cita el pequeño tamaño muestral del estudio y el entorno de cautividad, pero afirma que los resultados deberían instar a los expertos en jabalíes —él incluido— a estar atentos al uso de herramientas.
En Uganda, por ejemplo, Reyna ha observado hilóqueros —el cerdo más grande del mundo— que empleaban sus hocicos para despejar el terreno antes de dormir o descansar, aunque no los ha observado usando herramientas.
Para Root-Bernstein, quedan muchas incógnitas: por ejemplo, ¿por qué utilizar una herramienta si un hocico es igualmente eficaz? La respuesta más probable es que no existe una explicación funcional clara, como los chimpancés que se dan la mano durante el acicalamiento, de forma que el acicalador solo tiene una mano libre.
«Los comportamientos adquiridos y los comportamientos culturales son así», afirma Root-Bernstein. «Quizá les parezca que es lo correcto», añade.
Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.
domingo, 6 de octubre de 2019
La actual crisis climática reclama acciones urgentes
Les entrego este informe a modo de testimonio porque no quiero que me escuchen a mí. Quiero que escuchen a los científicos. Quiero que se unan detrás de la ciencia y quiero que tomen acciones», dijo Greta Thunberg el martes pasado en su breve parlamento inicial ante el comité de la Cámara de Representantes encargado de abordar la crisis climática. Como testimonio les dejó el informe publicado en 2018 por los expertos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) donde examinan las consecuencias que tendría un aumento de la temperatura de 1,5 grados centígrados sobre los niveles preindustriales.
El documento también avanzaba las medidas que habría que tomar para no sobrepasar dicho límite. Según los científicos, evitar un calentamiento mayor exigiría cambios drásticos y urgentes en todo tipo de ámbitos, desde el uso de la tierra y la política energética hasta la industria, la construcción y la planificación urbana. En particular, las emisiones antropogénicas globales de CO2 deberían reducirse en torno a la mitad de aquí a 2030, con el objetivo de alcanzar las cero emisiones netas hacia mediados de este siglo.
«Cada fracción de calentamiento extra cuenta, especialmente cuando un calentamiento de 1,5 grados o más aumentaría el riesgo de cambios duraderos o irreversibles, como la pérdida de algunos ecosistemas», declaraba entonces Hans-Otto Pörtner, colíder de uno de los grupos de trabajo del IPCC. El experto señalaba que, además, limitar el calentamiento del planeta permitiría que las personas y los ecosistemas tuvieran un margen para adaptarse y evitar así riesgos relevantes. Sin embargo, hoy por hoy las emisiones de gases de efecto invernadero siguen creciendo y no muestran ningún signo de estabilizarse.
Como medio de divulgación científica que lleva décadas informando sobre las causas y consecuencias del cambio climático, desde Investigación y Ciencia apoyamos la movilización. Por ese motivo, el 27 de septiembre no publicaremos ningún contenido y nos mantendremos en silencio en las redes sociales. Además, anunciamos la publicación en acceso abierto del número monográfico «Cambio climático: ¿Cómo combatirlo?», una nueva entrega de nuestra colección ESPECIAL. Se trata de la primera vez que Investigación y Ciencia ofrece una publicación completamente gratuita. Descárgala AQUÍ.Ante la magnitud del problema y la necesidad de reaccionar con rapidez a escala global, las Naciones Unidas han convocado para el 23 de septiembre la Cumbre de Acción Climática, cuyo objetivo es conseguir que los líderes mundiales avancen medidas concretas y de largo alcance para hacer frente a la situación. Al mismo tiempo, y de manera paralela a la cumbre, agrupaciones civiles de todo el mundo han anunciado un gran número de acciones reivindicativas durante los próximos días. Una de ellas será la Huelga Mundial por el Clima, convocada para el próximo viernes 27 de septiembre.
El número, de una extensión mayor de lo habitual, incluye una amplia recopilación de artículos con algunas de las estrategias que se han venido proponiendo a lo largo de los años para enfocar, evitar o contrarrestar el calentamiento global. El objetivo es ofrecer a todas aquellas personas interesadas elementos de análisis para entender uno de los mayores desafíos científicos, políticos y sociales a los que se enfrenta nuestro planeta.
sábado, 7 de septiembre de 2019
Pseudociencia impune
Los poderes públicos deben perseguir las terapias sin fundamento científico que ponen el riesgo la vida de los pacientes
sábado, 24 de agosto de 2019
La eterna catástrofe en el Amazonas
Los científicos señalan que los múltiples incendios de este verano no son una excepción y que aún es pronto para hablar de récord
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