No hace falta buscar mucho para saber que Ratzinger ha afirmado que el preservativo no solucionará el problema del SIDA, que todo lo contrario: que aumentará el problema. Hay multitud de enlaces, 1, 2, 3, etc.
Ahora bien, ¿es cierto? ¿agrava realmente el preservativo el problema del SIDA? ¿en qué estudios se ha basado el Papa para hacer una afirmación de este tipo?
Desconocía se se había hecho un estudio de este tipo hasta que leí El ladrón de cerebros, de Pere Estupinyà, que recomiendo encarecidamente, y vi que se había hecho exactamente la misma pregunta. Veamos qué nos tiene que explicar.
Cuando en marzo de 2009 oí al papa Benedicto XVI decir durante su visita a África que «la distribución de preservativos no soluciona el problema del sida, incluso lo agrava», mi primera reacción fue de estupor y enfurecimiento visceral. ¿Cómo podía alguien tan influyente espetar semejante sandez? ¿Hasta tal punto estaba su ideología por encima de la vida de tantos miles de personas? Te calmas pensando que podría haber sido un lapsus sacado de contexto. Pero cuando al día siguiente el Vaticano reitera oficialmente dichas palabras, te enervas todavía más al comprobar lo desfasada y peligrosa que puede llegar a ser la Iglesia católica como institución. ¡Que se aparten de una vez por todas!, piensas sofocado.Entonces te relajas de nuevo, y dudas. A ver si resulta que tendrán algo de razón… ¿Qué sé yo lo que le conviene a África? Recuerdas el estudio que demostraba que repartir libros en escuelas africanas no mejoraba el rendimiento escolar de los alumnos, y constatas que las recetas que funcionan en los países ricos no tienen por qué hacerlo en el complejo mundo en vías de desarrollo. Te asaltan ciertos interrogantes, ¿a ver si me estaré dejando llevar yo también por ideas preconcebidas?Justo tres semanas atrás había visitado Boston y charlado de nuevo con Esther Duflo, una de las directoras del J-PAL. Recordé su mensaje principal: para atajar los problemas de los países en vías de desarrollo debemos utilizar menos ideología y más ciencia. Empecemos por no asumir tan alegremente que conocemos bien las soluciones y sólo se trata de implantarlas, ya que muchos años y millones de dólares invertidos por instituciones como el Banco Mundial, el FMI o infinidad de ONG… demuestran lo contrario. En África se llevan gastadas cantidades ingentes de dinero en proyectos que no funcionan. De nuevo, la propuesta del J-PAL: ante un problema determinado, utilizar la metodología científica para evaluar cuál es la mejor intervención para solventarlo.¿Habrán realizado algún estudio randomizado para comparar diferentes políticas de prevención del sida? ¿Habrán evaluado científicamente si potenciar el uso del preservativo disminuye el número de contagios? Búsqueda en su web y… ¡bingo! En 2006 Esther Duflo publicó los resultados de un estudio financiado por el Banco Mundial para analizar la conducta sexual de los adolescentes de Kenia, y justo en enero de 2009 Pascaline Dupas había presentado una ampliación.En las sesiones sobre prevención del sida que se imparten en las escuelas de Kenia se habla de cómo se transmite el virus, de cómo lidiar con personas infectadas, de abstinencia hasta el matrimonio… pero no se mencionan los preservativos. Sí, es inaudito; según el estudio del J-PAL, el programa educativo diseñado por el gobierno keniata sólo se concentra en la abstinencia. El foco principal no es «reducir el riesgo», sino «evitarlo». ¿Es la mejor estrategia? Eso es lo que pretendían averiguar.Para ello seleccionaron 328 escuelas con un total de 70.000 adolescentes, las dividieron en grupos de condiciones similares, y a cada uno de ellos aplicaron diferentes intervenciones. Al cabo de dos años contabilizaron el número de embarazos, que en tales edades es un buen indicador del sexo inseguro. En un grupo de escuelas se entrenó a los maestros para enseñar sólo el programa oficial del gobierno, en otras se debatía abiertamente sobre el uso de los condones, y en otro tomaban medidas para que las adolescentes permanecieran más tiempo en la escuela. En la ampliación del estudio hecha por Dupas también se informaba a las estudiantes de que los hombres de edad avanzada tenían índices de sida mucho mayores (en Kenia es muy habitual que las adolescentes tengan sexo inseguro con personas adultas). También se hicieron tests antes y después del estudio para conocer cómo se había modificado la conducta sexual de los adolescentes.De los estudios de Duflo y Dupas surgieron una serie de conclusiones: seguir el programa oficial centrado en la abstinencia no disminuía el número de embarazos. Informar sobre el riesgo de mantener relaciones con personas mayores hacía que las niñas modificaran la edad de sus parejas. Informar sobre el uso de preservativos fomentaba su uso sin aumentar el número de relaciones sexuales. Y mantener a las niñas en la escuela también lograba disminuir el número de embarazos. En concreto, en el estudio de Dupas se observó que la estrategia del gobierno de «eliminar el riesgo» no era efectiva, mientras que la campaña ampliada que proponía «reducir el riesgo» (informar sobre el uso de los preservativos y la distribución del sida por edades) logró aumentar el uso de preservativos sin incrementar el número total de relaciones sexuales.Y, como consecuencia, redujo en un 28 por ciento el número de embarazos entre las adolescentes, el parámetro utilizado como referencia al sexo inseguro. Por lo tanto, estos estudios científicos (y otros que vienen citados en la bibliografía científica) contradicen claramente las palabras de Benedicto XVI. Fomentar el uso del preservativo sí tiene resultados positivos en la lucha contra el sida. No es un dato nuevo para los que ya saben que no deben hacer mucho caso a lo que diga el Papa, pero por desgracia no todo el mundo es consciente de ello, y resulta que el gobierno de Kenia todavía mantenía un programa de prevención en escuelas centrado en la abstinencia, cuando podrían estar reduciendo en un 28 por ciento el riesgo de contagio entre sus adolescentes.
¿Habéis extraído vuestras propias conclusiones? Yo también.
Fuente:
Pere Estupinyà, El ladrón de cerebros.
Pere Estupinyà, El ladrón de cerebros.
No hay comentarios:
Publicar un comentario